El nuevo compañero de campaña de Trump, J.D. Vance, enfrenta críticas y enfrenta un delicado equilibrio entre apoyo y rechazo, mientras el ex presidente navega por la contienda electoral.

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Erie, Pensilvania: Donald Trump sabía que J.D. Vance tenía la capacidad de recibir golpes, pero durante la primera semana que compartieron en la campaña, el ex presidente se preguntó cuántos podrían ser capaces de soportar.

La magnitud y la intensidad de los ataques por parte de los demócratas sorprendieron incluso a Trump, quien no estaba al tanto de las declaraciones más incendiarias que rápidamente sus oponentes estaban reavivando del pasado de Vance.

El ex mandatario expresó a sus aliados su preocupación sobre la posibilidad de que más comentarios salieran a la luz a medida que los demócratas atacaban a su potencial sucesor, describiéndolo como extraño y anti-mujeres.

Un mes después, las encuestas indican que el número de estadounidenses que desconfían de Vance sigue aumentando, pero Trump se muestra satisfecho.

La razón de este contento radica en el vigoroso desempeño de Vance como el 'perro de ataque' entrenado de Trump, lo que ha aliviado a un líder aún agitado por la inesperada salida de Joe Biden de la contienda.

Trump había instruido a su joven compañero a enfrentar con fuerza esos ataques iniciales y, posteriormente, indicó que la ejecución de Vance superó sus expectativas, según tres aliados que pidieron permanecer en el anonimato para este tipo de conversaciones privadas.

En un despliegue clásico de su personalidad audaz, Trump ha elogiado en privado a Vance, comparando su visión para identificar talento político con la capacidad del legendario entrenador de fútbol americano Vince Lombardi para descubrir jugadores de Super Bowl.


Sin embargo, fuera de la esfera de Mar-a-Lago, las primeras reacciones hacia Vance son menos entusiastas.

Las encuestas revelan que si bien Vance amplifica las fortalezas políticas de Trump, también resalta sus debilidades.

Desde su incorporación al ticket republicano, la calificación de aprobación de Vance mejoró casi en diez puntos entre los votantes menos educados y más pobres del país, pero, al mismo tiempo, cayó en cifras aún más alarmantes entre los graduados universitarios y las mujeres independientes, según una encuesta de NPR/PBS News/Marist.

Históricamente, las campañas presidenciales en Estados Unidos han estado plagadas de desafíos para los candidatos seleccionados, especialmente cuando el candidato principal está bajo presión.

Por ejemplo, en 1964, el candidato republicano Barry Goldwater enfrentó una feroz oposición que afectó a su compañero de fórmula, William Miller.

De manera similar, Vance se encuentra ahora en una situación que podría definirse como un doble filo: intentar capitalizar la popularidad de Trump mientras navega por un mar de críticas y expectativas contradictorias.

El resultado de cómo se resuelvan estas opiniones encontradas podría ser crucial para determinar si Trump culminará la contienda electoral dentro de menos de diez semanas con un segundo mandato presidencial o con una segunda derrota electoral.

El camino por delante no parece sencillo, especialmente con las sombras de las críticas que se ciernen sobre Vance y la constante atención centrada en cada movimiento de la campaña.