Un informe interno del Servicio Secreto de EE. UU. identifica deficiencias en la seguridad durante el ataque a Donald Trump en julio.
Un reciente informe del Servicio Secreto de los Estados Unidos ha sacado a la luz varios fallos críticos en la seguridad que permitieron el intento de asesinato contra el expresidente Donald Trump, candidato a la presidencia republicana, durante un mitin en Butler, Pennsylvania, el pasado 13 de julio.
Según este documento, la agencia de protección no utilizó la tecnología que podría haber detectado la presencia del agresor, quien sobrevoló con un dron el lugar del evento horas antes del ataque.
Los agentes asignados a la protección de Trump no estaban al tanto de que la policía local realizaba una búsqueda activa de un individuo sospechoso, hasta que se escucharon los disparos dentro de la multitud.
En el suceso, Donald Trump resultó herido en una de sus orejas, mientras que un asistente, Corey Comperatore, fue asesinado, y varios otros resultaron heridos.
Thomas Matthew Crooks, el autor del ataque, logró acceder al techo de un edificio cercano desde donde disparó múltiples veces.
Un francotirador del Servicio Secreto, que se encontraba en las proximidades, respondió al fuego y abatió a Crooks en el acto.
El informe, que consta de cinco páginas, ofrece un resumen de la investigación interna realizada en la agencia con el objetivo de analizar su cultura organizacional, liderazgo y personal, para identificar las “causas potenciales” de este “fracaso en la misión” y sugerir mejoras en los protocolos de seguridad.
Muchas de las conclusiones ya habían sido difundidas anteriormente por medios de comunicación o durante audiencias en el Congreso.
Donald Trump informa de investigación del Gran Jurado en su contra
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó haber recibido una carta del fiscal especial Jack Smith, en la que se le informaba que era objetivo de una investigación del gran jurado relacionada con los esfuerzos por revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020.Este informe se enmarca en la revisión de 60 días que había anunciado la exdirectora Kimberly Cheatle, quien enfrentó presión política tras el incidente y finalmente renunció. Su lugar fue ocupado temporalmente por Ronald Rowe Jr., quien en una reciente conferencia de prensa expresó: “Es crucial que nos responsabilicemos por los fallos del 13 de julio, y que utilicemos las lecciones aprendidas para asegurar que no vuelva a suceder algo similar en el futuro”.
Este trágico incidente también plantea preguntas sobre la efectividad de los protocolos de seguridad establecidos para proteger a figuras públicas en Estados Unidos.
Históricamente, el Servicio Secreto ha estado involucrado en la protección de presidentes desde la creación de la agencia en 1865, particularmente después del asesinato de Abraham Lincoln.
Su misión ha evolucionado con el tiempo, pero debe enfrentar el reto de adaptarse a nuevas amenazas en un contexto político cada vez más polarizado y peligroso.
Los hallazgos del informe ponen de manifiesto la necesidad urgente de revisar y mejorar las estrategias de seguridad en eventos públicos, especialmente para figuras de alto perfil como un expresidente que aspira a retornar a la Casa Blanca.
Este tipo de incidentes no solo comprometen la seguridad personal de los involucrados, sino que también perturban el panorama político de la nación y la percepción pública sobre la eficacia de las agencias de seguridad que tienen la responsabilidad de proteger a sus líderes.