A pesar de su carrera presidencial, Donald Trump enfrenta una disminución de apoyo mientras Kamala Harris parece ganar impulso ante las elecciones.

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En Palm Beach, Florida, Donald Trump concluyó su campaña electoral marcada por afirmaciones incorrectas sobre el fraude electoral y el tamaño de los actos de la vicepresidenta Kamala Harris.

Sin embargo, fue el candidato republicano quien terminó hablando en recintos semi vacíos mientras ambos competidores se acercaban a la meta.

El expresidente recorrió tres estados en su último día completo de campaña.

Comenzó en Carolina del Norte, luego se trasladó a Pittsburgh, un estado clave en las elecciones, donde la vicepresidenta Harris había pasado el día, y finalizó, como es tradición, en Grand Rapids, Michigan.

Allí arrancó su discurso pasadas las 12 de la noche y continuó hablando hasta la 1:30 de la madrugada.

En Pittsburgh, Trump cuestionó a los estadounidenses si se sentían mejor que hace cuatro años, expresando: “No tenemos que vivir así. No debemos conformarnos con la debilidad, la incompetencia, el declive y la decadencia”. Su enfoque ha estado siempre centrado en el éxito medido por la audiencia televisiva y la cantidad de personas en sus actos, pero al llegar al final de la campaña, estos indicadores parecieron desfavorecerlo.

Se informó que el Dorton Arena en Raleigh, Carolina del Norte, estaba lleno solo en un 70%, y las gradas superiores del PPG Paints Arena en Pittsburgh estaban vacías y acordonadas.

Mientras tanto, Kamala Harris, la vicepresidenta y nominada demócrata, optó por un discurso optimista en los últimos días de la campaña, evitando mencionar el nombre de Trump en sus discursos.

Por otro lado, Trump intensificó sus afirmaciones sobre ‘trampa’ por parte de su oponente y sobre la vulnerabilidad de los sistemas de votación.


En Pittsburgh, afirmó: “Intentarán manipular las elecciones.

Y están intentando.

Lo saben”. También mencionó haber escuchado “historias” que sugerían que contar los votos podría llevar 12 días adicionales y que “cosas malas suceden cuando eso ocurre”.

Después de meses de recorrer el país, presentando un mensaje cargado de quejas y pesimismo, y con casi 80 millones de estadounidenses ya habiendo emitido sus votos, no es sorprendente que el entusiasmo por los largos y enredados discursos de Trump haya disminuido.

Sin embargo, ello alimenta la percepción de que la marea podría estar cambiando a favor de Harris, una percepción que ella misma ha reclamado abiertamente en las últimas 48 horas tras ser respaldada por una serie de encuestas favorables en estados clave y al menos una, Iowa, que se consideraba en el campo republicano.

Históricamente, la campaña de Trump ha estado marcada por la confrontación y la controversia.

En las elecciones anteriores, su discurso y su estrategia le valieron una base de apoyo sólida, pero en esta ocasión, a medida que se acercan las elecciones, el panorama presenta un panorama más complicado y un electorado que parece ansioso de cambio.

El futuro se presenta incierto, pero lo que está claro es que estas elecciones podrían ser una de las más decisivas en la historia reciente de Estados Unidos, donde el comportamiento del electorado podría jugar un papel crucial en la dirección que tomará el país.