El apoyo popular para el Gobernador DeSantis es insuficiente mientras Trump despliega su estrategia electoral en los Estados Unidos.

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En el marco de las elecciones presidenciales de 2024, la confianza y la dinámica en la campaña de Donald Trump han despertado diversas opiniones.

Durante su primer recorrido electoral en 2016, Trump sorprendió al mundo al lograr la victoria contra la candidata del establishment, Hillary Clinton.

Desde entonces, su camino ha estado lleno de controversias, pero sigue siendo una figura que moviliza multitudes.

Recientemente, he tenido la oportunidad de observar de cerca sus eventos en varios estados estratégicos, donde la atmósfera a menudo oscilaba entre la euforia y un cierto desánimo.

Con la melodía "God Bless the USA" de Lee Greenwood sonando de fondo, Trump entraba en los recintos, saludando a sus seguidores, aunque en muchas ocasiones su energía parecía haber decaído.

A pesar de contar con una agenda de discursos de aproximadamente 90 minutos, en ocasiones hasta tres veces al día, la falta de asistencia era notable, con arenas que se encontraban hasta un 30% vacías.

A pesar de este ambiente sombrío, Trump continuaba transmitiendo mensajes de optimismo.

En numerosas ocasiones, se dirigió a sus seguidores afirmando que "estamos ganando por mucho", lo cual parecía intervalizar la percepción real de la situación.

Posiblemente su equipo poseía información que no era de conocimiento público, aunque también se podría interpretar como un acto de bravata que parece ser característico de su estilo.

La noche de elecciones en Palm Beach, Florida, donde Trump reside actualmente, fue un espectáculo peculiar.

Las elecciones estadounidenses son eventos de una magnitud impresionante, incomparables con cualquier experiencia en Australia.

Mientras que en Australia un político como Peter Dutton podría ser seguido por un puñado de cámaras al momento de votar, el evento de Trump se caracterizó por un extenso despliegue de seguridad con una caravana policial que paralizó gran parte de la isla.


A menudo, se tiende a asociar a los votantes de Trump con perfiles habituales de republicanos rurales, pero al asistir a estos mítines, uno se percata de la diversidad en su base de seguidores.

Desde mujeres y hombres, hasta estudiantes universitarios y jubilados, así como comunidades afroamericanas y latinas.

La capacidad de Trump para sobrepasar expectativas en diversos sectores es notable y contrasta con la percepción de desconfianza que algunos muestran hacia él.

Es comprensible que muchos en el extranjero se cuestionen cómo un considerable segmento de estadounidenses puede pasar por alto las mentiras, crímenes y comportamientos problemáticos de Trump.

Sin embargo, para muchos de sus seguidores, esta controversia se ha normalizado y se ha convertido en parte del espectáculo.

La repetición de estos eventos políticos ha vuelto difícil que las sorprendentes revelaciones afecten la percepción general de los votantes, ya que esta tercera campaña de Trump ha redefinido lo que se considera aceptable dentro de la política estadounidense.

El contexto de esta elección se desarrolla en una era en la que los discursos y comportamientos de los líderes son constantemente puestos a prueba y, a veces, el espectáculo supera la seriedad de la función pública.

En esta campaña, Trump continúa siendo un enigma fascinante, donde la realidad y la narrativa parecen entrelazarse de manera intrincada.