Un análisis revela que la influencia de las redes sociales podría estar alejando a los jóvenes de la cocina, convirtiéndola en un mero entretenimiento.
La creciente popularidad de los influenciadores culinarios en plataformas como Instagram y TikTok ha llevado a una inquietante tendencia entre las generaciones más jóvenes: la cocina se está transformando en un mero espectáculo en lugar de una actividad que se disfruta y se practica.
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Fiona Lavelle, académica y docente en el King's College de Londres, ha expresado su preocupación por el estigma que rodea a la cocina, exacerbado por la difusión de platos exóticos y elaborados que, aunque atractivos visualmente, pueden resultar intimidantes para el cocinero promedio, especialmente para los más jóvenes.
En un momento en que celebridades de la cocina, como el británico Gordon Ramsay, acumulan millones de seguidores en redes sociales —Ramsay cuenta con más de 40.8 millones en TikTok—, Lavelle advierte que los jóvenes están cada vez más marginados de la experiencia de cocinar por sí mismos.
La académica sostiene que los estándares que se presentan en las redes pueden desanimar a los jóvenes, haciéndolos sentir que la cocina es un arte que solo pueden observar, pero no practicar.
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Lavelle, al igual que en un evento deportivo donde los espectadores disfrutan de la acción sin participar, la cocina está siendo vista como un espectáculo visual, al cual los jóvenes pueden asistir, pero del cual no aprenden a formar parte.
Este fenómeno pone de relieve un cambio cultural significativo en la forma en que las nuevas generaciones se relacionan con la comida.
La cocina solía ser una habilidad valorada que se transmitía de los abuelos a los nietos, involucrando a la familia en la preparación de alimentos y en la enseñanza de recetas tradicionales.
Sin embargo, ahora existe una creciente percepción de que cocinar es algo complicado y distante, lo que se traduce en una falta de interés y en la reducción de habilidades culinarias entre los jóvenes.
Además, el contenido que abunda en redes sociales, descrito por muchos como “porno alimentario”, destaca por su atractivo visual milagroso, pero rara vez ofrece recetas accesibles o técnicas que los jóvenes puedan seguir.
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Lavelle también menciona que este enfoque puede llevar a una desmotivación que impida a los jóvenes experimentar el placer de cocinar sus propias comidas.
A medida que los hábitos alimentarios en la juventud cambian hacia opciones de comida rápida y preparación mínima, se corre el riesgo de perder un arte culinario que no solo es esencial para una dieta nutritiva, sino también para fomentar conexiones sociales y familiares a través de la cocina.
Por lo tanto, es fundamental trabajar en la eliminación de estas barreras autoinfligidas para que las generaciones actuales puedan apreciar la cocina no como un mero entretenimiento, sino como una habilidad gratificante y necesaria.
Fomentar el aprendizaje práctico y resaltando la sencillez y la diversión de cocinar podría ser la clave para despertar el interés de los jóvenes y devolverles el amor por los fogones.