El domingo, en la emblemática Avenida Paulista de Sao Paulo, el ex presidente brasileño Jair Bolsonaro congregó a miles de seguidores para mostrar su fuerza política en medio de investigaciones que podrían llevarlo a la cárcel.

Bolsonaro, de extrema derecha, convocó la manifestación tras ser objeto de una redada policial a principios de este mes para investigar un presunto intento de golpe de Estado, hablando durante unos 20 minutos para defenderse mientras recordaba su mandato entre 2019 y 2022. Se abstuvo de atacar a viejos enemigos y al Tribunal Supremo.

Aliados expresaron su preocupación antes del evento de que cualquier comentario contra las autoridades o instituciones brasileñas pudiera meterlo en aún más problemas.

Bolsonaro fue acusado de modificar un decreto para revertir los resultados de las elecciones, presionar a los jefes militares para unirse a un intento de golpe e idear el encarcelamiento de un juez de la Corte Suprema después de su derrota electoral frente al presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva en 2022. Había permanecido en gran medida al margen de la política desde su derrota electoral en octubre de 2022, pero a principios de este mes instó a sus seguidores a salir a las calles después de que la corte le ordenara entregar su pasaporte.

La policía federal se dirigió a docenas de sus aliados más cercanos, alegando que una 'organización criminal' intentó planear un 'golpe de Estado, con el apoyo del personal militar'. En enero de 2023, seguidores de Bolsonaro, a menudo comparado con el ex presidente de Estados Unidos Donald Trump, invadieron y saquearon el palacio presidencial de Brasil, la Corte Suprema y el Congreso exigiendo un golpe militar.

El domingo, negó las acusaciones y dijo que estaba siendo 'perseguido', añadiendo que el proyecto de decreto se basaba en la Constitución.

También pidió amnistía para las personas que participaron en los disturbios del 8 de enero.