El presidente estadounidense Joe Biden cuestiona la decisión del Tribunal Penal Internacional de emitir órdenes de arresto contra oficiales israelíes y un comandante de Hamas por crímenes de guerra.

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha expresado de manera contundente su rechazo a la reciente decisión del Tribunal Penal Internacional (ICC) de emitir órdenes de arresto contra dos destacados funcionarios israelíes, el primer ministro Benjamin Netanyahu y el exministro de defensa Yoav Gallant, así como contra el comandante de Hamas, Mohammed Deif.

Esta acción, considerada como un acto grave por Biden, lo llevó a declarar: "Es un escándalo que el ICC haya emitido órdenes de arresto contra los líderes israelíes.

Debo ser claro una vez más: no existe ninguna equivalencia, ninguna, entre Israel y Hamas".

Sin embargo, la discusión sobre la denominada 'equivalencia falsa' se ha vuelto común en los debates actuales, y ha sido utilizada a menudo para desestimar argumentos serios.

En este contexto, es esencial entender que el ICC no está en el negocio de establecer comparaciones morales entre contendientes en un conflicto.

Su papel es más directo: tras analizar las pruebas disponibles, el tribunal ha encontrado razones suficientes para creer que estas personas han cometido crímenes de guerra y deben ser llevadas ante la justicia.

El uso del término 'equivalencia falsa' por parte de Biden en este caso parece un intento de restar importancia a la seriedad de las acusaciones que enfrenta Israel.

De hecho, el ICC no ha insinuado que las acciones de Israel y Hamas sean comparables; más bien, ha señalado que ciertos actos pueden ser dignos de juicio.

Es relevante mencionar que todas las leyes, incluidas las leyes de guerra, buscan establecer estándares comunes que aseguren la rendición de cuentas.


No se consiente el argumento de que 'alguien es peor', como defensa ante la justicia.

Este principio se aplica no solo al derecho penal interno, sino también en las normas internacionales que rigen los conflictos armados.

Una ofensa cometida en un contexto de guerra no habilita a otra parte a cometer atrocidades sin límite.

El 7 de octubre fue un día marcado por una notable atrocidad que ha desencadenado un ciclo de violencia en el conflicto israelí-palestino.

Sin embargo, esta no justifica la violación de las leyes en un intento de responder a ella.

Escribiendo sobre estos asuntos, es fundamental recordar que el propósito del derecho es la justicia, no la venganza.

Históricamente, este tipo de conflictos ha llevado a discusiones acaloradas sobre lo que constituye una represalia justa, y la comunidad internacional se ha visto empujada en numerosas ocasiones a pronunciarse sobre los crímenes de guerra cometidos por ambas partes.

En conclusión, mientras la retórica alrededor de la 'equivalencia falsa' persista en el discurso político, es vital recordar que las leyes están diseñadas para garantizar que todos, sin importar su posición, puedan ser responsables de sus acciones bajo un marco legal establecido.

La justicia no debe ser manipulada en nombre de la política, y el ICC continúa siendo un ente crucial para la rendición de cuentas en el ámbito internacional.