En la localidad de Grossenhain, Alemania, se gesta una polémica debido a la construcción de una nueva fábrica de armamentos en una antigua base militar. Mientras las autoridades locales ven esto como una oportunidad para la economía y el empleo, algunos residentes se oponen y exigen que el proyecto sea bloqueado.

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En Grossenhain, una pequeña ciudad en Alemania con cerca de 20.000 habitantes, se ha generado un debate en torno a la construcción de una fábrica de armamentos en una antigua base militar.

Esta propuesta, que surge de la destacada compañía alemana Rheinmetall, ha sido considerada una oportunidad por las autoridades de Saxony para impulsar la economía local y generar cientos de empleos.

Además, sería una inyección de fondos federales para la reconstrucción de las fuerzas armadas del país.

Sin embargo, la postura de algunos residentes de Grossenhain es opuesta a este proyecto.

Dieciséis de los veintidós miembros del Concejo Municipal han firmado una carta dirigida al canciller Olaf Scholz pidiéndole que bloquee la construcción de la fábrica.

Incluso, el partido político de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) ha llevado a cabo una concentración en la que se han expresado en contra de las ventas de armas a Ucrania.

Además, la ciudad ha lanzado una petición para expresar su desacuerdo con la fábrica de armamentos.


“Rechazamos el uso económico-militar después de años de uso militar”, reza la petición.

“No queremos estar involucrados en guerras alrededor del mundo de forma indirecta”.

Este rechazo en Grossenhain no se puede considerar simplemente como un conflicto de política local.

En realidad, refleja una inquietud más grande entre algunos alemanes, especialmente en la antigua Alemania comunista del Este, sobre el compromiso del país en armar a Ucrania, a pesar de los esfuerzos del canciller por llevar a cabo un cambio de rumbo hacia una política exterior más enérgica.

La desconfianza hacia Rusia aún persiste en la antigua Alemania del Este debido a décadas de influencia soviética durante la Guerra Fría.

Además, muchos alemanes todavía rechazan la guerra y el gasto en defensa en un país que, debido a su pasado nazi, ha sido renuente a invertir en poder militar.

Las opiniones desde Berlín pueden ser una cosa, pero las realidades políticas en el terreno son totalmente diferentes.