El Gobierno Vasco ha pasado de la fase de emergencia en situación 1 a una fase de alerta en el Plan de Protección Civil (LABI), reflejando una evolución favorable en la situación. Esta decisión incluye la vigilancia constante, la comunicación de información relevante y la movilización de recursos ante posibles escenarios adversos futuros.

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En Euskadi, el Gobierno Vasco ha decidido modificar el nivel de respuesta ante la situación de emergencia. Desde el pasado 29 de abril, la comunidad se encontraba en fase de emergencia en situación 1 dentro del Plan de Protección Civil LABI (Plan de Atención a Situaciones de Riesgo).

Ahora, tras una evaluación favorable de la evolución de la crisis, se ha optado por pasar a la fase de alerta, que implica un estado de vigilancia y preparación más moderado pero aún activo.

Este cambio en el nivel de alerta resulta de un análisis exhaustivo de las condiciones existentes, que permite reducir la intensidad de la respuesta sin dejar de estar atentos ante posibles escenarios adversos.

La transición de la fase de emergencia a la de alerta significa que, si bien se mantiene la vigilancia continua, se modifica la naturaleza de la intervención y las acciones de coordinación.

La fase de alerta contempla el seguimiento constante de la situación, la comunicación oportuna de información relevante tanto a la población como a los servicios involucrados, y la movilización de recursos y efectivos para actuar en caso de que la situación empeore.

El Plan de Protección Civil LABI ha sido una pieza clave en la gestión de crisis en Euskadi desde su creación. Inspirado en experiencias internacionales y en las necesidades específicas de la comunidad autónoma, este plan ha permitido coordinar a distintos niveles de gobierno, servicios de emergencia y organizaciones civiles para responder eficazmente ante diversas amenazas.

Durante la fase anterior de emergencia en situación 1, el LABI se encargó de funciones de coordinación y acción rápida en varios ámbitos, incluyendo la movilización de efectivos y la comunicación de instrucciones a la población.

La decisión de reducir a la fase de alerta refleja una tendencia positiva en la curva de contagios y en otras variables epidemiológicas, así como en la capacidad instalada de los servicios sanitarios y de emergencia.

Históricamente, Euskadi ha desarrollado una sólida red de protección civil que data de varias décadas, adaptándose a diferentes tipos de emergencias, desde desastres naturales hasta crisis sanitarias, como la vivida con la COVID-19.

La experiencia adquirida durante la pandemia ha fortalecido la estructura y los protocolos de actuación. En el contexto actual, una reducción en el nivel de alerta no significa que el riesgo haya desaparecido, pero sí que la comunidad está en una posición de mayor estabilidad.

Además, esta decisión se enmarca en una estrategia más amplia de Euskadi por mantener y mejorar sus sistemas de respuesta ante crisis, promoviendo acciones preventivas y resiliencia social.

La comunidad continúa monitoreando de cerca la situación y prepara planes de contingencia para responder a posibles nuevos desafíos, en línea con las mejores prácticas internacionales en gestión de emergencias.