El Servicio Postal de Estados Unidos (USPS) está implementando nuevas medidas para mejorar su eficiencia y reducir gastos, lo que podría implicar una disminución en la velocidad de las entregas para algunos usuarios. Estas modificaciones buscan salvar al organismo de pérdidas económicas significativas, aunque generarán cambios en los tiempos de envío, especialmente en áreas rurales y en ciertos tipos de correspondencia.

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El Servicio Postal de Estados Unidos, conocido por sus siglas USPS, se encuentra en un proceso de transformación para afrontar sus dificultades financieras, que han sido agravadas en los últimos años por la drástica caída en el volumen de correo tradicional debido a la digitalización.

Desde 1997, la cantidad de cartas de primera clase entregadas ha disminuido en un 80%, llegando a niveles que no se veían desde 1968. En 2024, la organización reportó una pérdida de aproximadamente 8.600 millones de euros (equivalente a 9.5 mil millones de dólares), y se espera que en 2025 esa cifra aumente a cerca de 7.200 millones de euros (unos 8 mil millones de dólares).

Para hacer frente a esta situación, la USPS está implementando una serie de cambios estructurales que incluyen la reducción de empleos y la reorganización de sus rutas y servicios.

Uno de los movimientos más destacados fue la firma de un acuerdo con el Departamento de Eficiencia Gubernamental, dirigido por Elon Musk, que pretende optimizar los recursos y reducir gastos operativos.

Este acuerdo, anunciado en marzo, contempla la retirada voluntaria de unos 10,000 empleados, quienes podrán acceder a incentivos económicos de aproximadamente 13.500 euros (15.000 dólares), distribuidos en dos pagos.

Estas medidas forman parte de un plan más amplio para ahorrar unos 33.000 millones de euros (36 mil millones de dólares) en la próxima década. Sin embargo, no están exentas de controversia. Algunos expertos y legisladores han advertido que la reorganización podría ralentizar las entregas, sobre todo en zonas rurales y en áreas con una infraestructura de transporte limitada.

De hecho, ya en abril, algunas regiones comenzaron a experimentar un retraso en la recepción de ciertos tipos de correo, con tiempos de entrega que podrían extenderse de 1-5 días a periodos ligeramente superiores en algunos casos.

El plan de cambios también incluye la introducción de códigos postales de cinco dígitos, con el objetivo de agilizar las tareas de clasificación y envío.

La USPS ha puesto a disposición una herramienta en línea para que los usuarios puedan consultar el tiempo estimado de entrega entre diferentes códigos postales.

Asimismo, se espera que, a partir del 1 de julio, entren en vigor nuevas normas que ajustarán los plazos de servicio para diferentes tipos de envío, incluyendo cartas, periódicos, paquetes y servicios prioritarios.

El proceso de privatización, que algunos políticos y analistas han mencionado, todavía requiere aprobación del Congreso. La ley de reestructuración postal de 1970 estableció que la USPS debe operar como una entidad independiente, financiándose principalmente con la venta de sellos y servicios, sin depender de fondos públicos.

Sin embargo, el presidente Donald Trump, en su mandato, propuso una posible fusión con el Departamento de Comercio para reducir costos y mejorar la eficiencia, una idea que generó debates y preocupaciones sobre la posible pérdida de la autonomía del organismo y el impacto en zonas rurales.

A pesar de estas controversias, la USPS continúa siendo uno de los organismos más valorados por los estadounidenses, con una aprobación del 72%, solo por detrás del Servicio de Parques Nacionales.

La institución mantiene su misión de conectar a más de 163 millones de direcciones en todo el país, empleando a cerca de 530,000 trabajadores. La digitalización y los cambios en los hábitos de comunicación seguirán siendo un desafío, pero la organización busca adaptarse sin perder su esencia de servicio universal.

En conclusión, los próximos meses serán cruciales para la USPS, que busca equilibrar la necesidad de reducir costos con la obligación de ofrecer un servicio confiable.

La implementación de estas reformas marcará un antes y un después en la historia postal de Estados Unidos, con posibles repercusiones en la economía y en la vida cotidiana de millones de ciudadanos.