Jaguar y Land Rover suspenden envíos a EE.UU. en respuesta a la tarifa del 25% impuesta por Trump, afectando gravemente sus operaciones.
Jaguar Land Rover (JLR) ha decidido detener sus envíos a Estados Unidos durante un mes como respuesta a la reciente tarifa del 25% impuesta por el presidente Trump a los vehículos importados.
En un comunicado, la compañía destacó que el mercado estadounidense es fundamental para sus marcas de lujo y que, mientras trabaja en la adaptación a los nuevos términos comerciales con sus socios, implementará acciones a corto plazo, incluyendo esta pausa en los envíos durante abril.
Este movimiento afecta a un mercado que representa aproximadamente el 25% de las ventas globales de JLR, siendo el mayor mercado individual para modelos icónicos como el Range Rover de tamaño completo, el Range Rover Sport y el Land Rover Defender.
Estos modelos, que tienen un precio elevado, son responsables de una parte significativa de las ganancias de la compañía. En el último año fiscal, que finalizó en marzo de 2025, estos tres modelos representaron el 67.8% de las ventas totales de JLR a nivel mundial.
A diferencia de competidores como BMW y Mercedes-Benz, que cuentan con grandes fábricas en Carolina del Sur y Alabama donde producen una variedad de SUV para el mercado estadounidense y otros mercados globales, JLR no tiene presencia de fabricación en EE.UU. Esto la hace más vulnerable a los efectos negativos de los aranceles impuestos por la administración actual. Sin embargo, parece que no hay opciones fáciles para JLR en caso de que el gobierno de Trump mantenga su postura firme respecto a las importaciones.
Fuentes en el Reino Unido han indicado que JLR había considerado la posibilidad de construir una fábrica en EE.UU. antes de la primera presidencia de Trump, pero optó por establecerla en la Unión Europea. La planta, ubicada en Nitra, Eslovaquia, fue inaugurada en 2018 y tiene una capacidad de producción de 150,000 vehículos al año, fabricando modelos como el Land Rover Defender y el Discovery.
Construir una nueva planta en EE.UU. no solo costaría más de 1.000 millones de euros, una suma que JLR necesita invertir para mantener su portafolio de productos competitivo y relanzar la marca Jaguar, sino que también tomaría al menos dos años en completarse.
Esto dejaría a la automotriz, que vendió casi 429,000 vehículos en todo el mundo el último año fiscal, con un problema de sobrecapacidad costosa.
Más allá de esto, la naturaleza caprichosa de la actual administración Trump, junto con la creciente probabilidad de desafíos a las decisiones sobre los aranceles desde el Congreso y los tribunales, significa que la compañía enfrenta una gran incertidumbre al considerar inversiones en la fabricación en EE.UU.
Este escenario no solo es un dolor de cabeza para JLR, sino que también afecta a la industria automotriz británica en general, que tiene un valor de 120 mil millones de euros.
Aunque los británicos ya no poseen las empresas que producen sus marcas emblemáticas (JLR es propiedad del grupo indio Tata, Mini y Rolls-Royce de BMW, Bentley de Volkswagen, y otros especialistas como Aston Martin y McLaren de diversos fondos soberanos extranjeros), el año pasado produjeron más de 905,000 vehículos, de los cuales uno de cada seis se exportó a EE.UU.