Un ex conductor de Jack Cooper, tras la cancelación del contrato con Ford, lanza una startup de transporte de autos y busca contratos directos con los grandes fabricantes. La historia refleja el impacto en la industria automotriz en Detroit y la resiliencia de los trabajadores.
La industria automotriz en Detroit, conocida como la Motor City, ha sido históricamente el corazón del sector en Estados Unidos y del mundo. Desde principios del siglo XX, Detroit ha sido sinónimo de innovación, producción en masa y crecimiento económico, impulsado por gigantes como Ford, General Motors y Chrysler.
Sin embargo, en los últimos años, esta ciudad y su industria han enfrentado cambios drásticos que han puesto a prueba su resiliencia.
Recientemente, un ejemplo de esta transformación lo protagoniza Jamie L. LaReau, quien reporta para el Detroit Free Press, y cuya historia refleja tanto desafíos como nuevas oportunidades en el sector del transporte automotor.
Un ex conductor de Jack Cooper, una de las empresas tradicionales en el transporte de vehículos en Estados Unidos, ha dado un giro a su carrera tras la pérdida de importantes contratos con Ford y General Motors.
McKinley Archie, de 46 años, dedicó cerca de 20 años a trabajar en Jack Cooper, donde comenzó como conductor y escaló hasta convertirse en supervisor.
Durante ese tiempo, transportaba vehículos de las plantas de Louisville y Kentucky a concesionarios en todo el país, ganando salarios superiores a los 90,000 euros anuales, una cifra considerable en la industria.
Pero en enero de 2024, todo cambió. Ford, que era su segundo mayor cliente después de GM, notificó a Jack Cooper con 30 días de antelación que terminaría su relación comercial sin ofrecer una explicación.
Esta decisión dejó a Archie y a más de 100 colegas en Louisville sin trabajo de la noche a la mañana. Poco después, GM también finalizó su contrato, provocando el cierre total de la empresa y la pérdida de aproximadamente 2,500 empleos a nivel nacional, de los cuales más de 350 estaban en Michigan.
A pesar del temor y la incertidumbre, Archie decidió no rendirse. Inspirado por el apoyo de su madre y su fe, empezó a idear un plan para sobrevivir a la crisis. En febrero, junto a un grupo de amigos con quienes compartía experiencias de toda la vida, fundó Squirrelly LLC, una startup dedicada al transporte de vehículos nuevos.
La idea surgió en medio de la desesperación, pero también de la determinación de reinventarse.
El nombre de la empresa, Squirrelly, refleja su espíritu multifacético, ya que sus fundadores son un grupo diverso: algunos con formación en finanzas, otros en religión, y todos con un fuerte espíritu emprendedor.
La compañía comenzó comprando camiones de segunda mano y arrendando otros, para evitar los costos iniciales elevados. En total, han adquirido diez camiones, con planes de sumar 25 más en los próximos meses.
El primer envío de Squirrelly fue en abril, transportando vehículos Ford desde Kentucky a Texas. Desde entonces, han realizado alrededor de 120 entregas, incluyendo SUVs Ford Expedition y pickups F-Series Super Duty, en rutas que van desde Kentucky hasta Texas y Michigan.
Archie comenta que aspiran a aumentar su volumen de trabajo, moviendo hasta 36 cargas diarias en un futuro cercano.
La empresa también ha aprovechado las regulaciones del sindicato Teamsters, que obliga a otras compañías a ofrecerles trabajos de reserva, ayudando a mantener sus operaciones en marcha.
Recientemente, algunos ex conductores de Jack Cooper, incluyendo a un grupo en Avon Lake, Ohio, se unieron a los Teamsters, fortaleciendo aún más la presencia sindical en el sector.
Squirrelly, aunque aún pequeña, busca establecer contratos directos con los principales fabricantes de automóviles en Detroit, para asegurar un flujo constante de trabajo y crecimiento sostenido.
Mientras tanto, su fundador se muestra orgulloso de haber logrado reactivar la economía de su comunidad y ofrecer empleo a otros en un momento difícil.
La historia de Archie y Squirrelly ejemplifica cómo la adversidad puede impulsar la innovación y el espíritu empresarial, en un sector que ha sido pilar de la economía de Detroit durante más de un siglo.
La ciudad, reconocida por sus motores y fábricas, continúa adaptándose y reinventándose, demostrando que la resiliencia y la creatividad son clave para afrontar los desafíos del siglo XXI.