Una reunión clave en San Lorenzo terminó en un conflicto abierto entre dirigentes, con insultos y golpes, poniendo en jaque la estabilidad del club y generando una grave crisis institucional que aún permanece sin solución definitiva.
La cita, convocada por Claudio Tapia en el predio de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en Ezeiza, el pasado viernes, se tornó en un instante de caos y tensión extrema, evidenciando la profunda división interna y la incapacidad de los líderes para dialogar con responsabilidad.
Desde tempranas horas, los dirigentes del club de Boedo comenzaron a llegar al lugar en autos particulares, conscientes de que en esa reunión se definirían pasos cruciales para la gobernabilidad del club.
Sin embargo, la situación se desbordó rápidamente cuando Manuel Agote, vinculado estrechamente con Sebastián Pareja, se levantó de la mesa y expresó su intención de retirarse, al afirmar que no compartiría el espacio con Marcelo Moretti, actual presidente de la institución.
La respuesta de Tapia fue contundente: le ordenó abandonar el lugar expulsándolo de manera ostentosa y sin reparos.
El ambiente se tornó aún más tenso cuando Chiqui Tapia advirtió que, si alguien intentaba intervenir en la gestión del club a través de la Inspección General de Justicia (IGJ), sancionaría severamente a #San Lorenzo con la desafiliación de la AFA.
Durante más de dos horas, el máximo dirigente del fútbol argentino intentó explicar la situación desde una perspectiva general, pero sin lograr convencer a los presentes, quienes comenzaron a expresar abiertamente sus críticas y reclamos.
Entre las figuras que participaron en la reunión, estaban el ex ministro de Cultura y Deportes, Matías Lammens, y otros dirigentes históricos, que apoyaban la necesidad de un cambio profundo en la conducción del club.
Tapia, en esa línea, acusó a Moretti de tener vínculos con negocios cuestionables, incluyendo un supuesto intento de privatización del club mediante un acuerdo con el empresario Foster Gillett, y también mencionó supuestos manejos irregulares de fondos y apertura de créditos mal utilizados.
El clima se volvió aún más caldeado cuando algunos de los asistentes comenzaron a lanzar acusaciones directas. Sergio Costantino, uno de los opositores, solicitó que se quedaran para deliberar en privado y buscar una solución interno, a lo que Tapia accedió.
Sin embargo, en esa instancia, las heridas ya estaban abiertas. Moretti enfrentó a García Lago, quien le reclamó por una supuesta malversación de fondos y, en un momento de alta tensión, García Lago le propinó un golpe de puño que impactó en el brazo de Moretti.
La escena reflejaba un nivel de violencia y desesperación que generó conmoción entre los presentes.
La reunión también sirvió para evidenciar la profunda crisis en la gestión del club, con múltiples renuncias y la falta de acuerdo sobre cómo salir de la situación.
Solo dos vocales, Néstor Ortigoza y Emiliano Rodríguez, manifestaron su apoyo a Moretti, mientras que otros directivos, incluyendo a figuras relevantes como Uriel Barros y Leandro Goroyesky, expresaron su disposición a abandonar sus cargos si era necesario.
El futuro de San Lorenzo permanecía en el aire tras aquel encuentro
El futuro de San Lorenzo permanecía en el aire tras aquel encuentro. La opción más viable parecía ser la salida de Moretti, ya sea mediante su renuncia o, en caso contrario, mediante una intervención externa que implique la administración provisoria del club, con miras a convocar elecciones anticipadas en 2026.
Sin embargo, la realidad es que, hasta el momento, la crisis no ha encontrado una solución definitiva, y la sombra de una intervención de la #AFA sigue siendo una opción plausible si los dirigentes no logran ponerse de acuerdo en los próximos días.
Este episodio, que será recordado como uno de los momentos más oscuros en la vida institucional de San Lorenzo, refleja la gravedad de una crisis que va más allá de las disputas internas.
La historia del club, fundado en 1908, ha estado marcada por diversas dificultades y etapas de profunda transformación, pero ninguna tan violenta y pública como la que se vivió el pasado viernes en Ezeiza.
