El equipo de Gallardo demuestra dificultades en su juego en un encuentro complicado frente a Defensa y Justicia, a pocos días de la revancha contra Atlético Mineiro.

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El partido de este fin de semana mostró a un River Plate completamente diferente al que se espera en un encuentro de alto nivel.

Con un equipo alternativo, el conjunto dirigido por Marcelo Gallardo se presentó en el estadio Tito Tomaghello de Florencio Varela, donde tanto las condiciones del terreno como la lineación escogida hicieron que el equipo se sintiera lejos de su mejor forma.

La lluvia y un caño roto afectaron el estado del campo, mientras que las actuaciones individuales de algunos jugadores como Franco Mastantuono y la reciente incorporación Pity Martínez fueron insuficientes para marcar la diferencia.

Pese a que River comenzó el encuentro con un leve dominio, rápidamente se convirtió en presa de un Defensa y Justicia que, aunque jugaba con un hombre menos durante 40 minutos, logró complicar al equipo visitante.

La frustración fue evidente en el rostro de Gallardo, quien no ocultó su descontento por el desempeño de su equipo a lo largo de los 90 minutos.

River Plate buscaba en vano una figura que asumiera el control del juego, pero los esfuerzos de sus jugadores, entre ellos el Diablito Echeverri y los mediocampistas Kranevitter y Villagra, no lograron concretar una conexión efectiva en el medio del campo, dejando una sensación de inseguridad ante una revancha crucial contra Atlético Mineiro.

En los primeros minutos, River mostró algo de destreza con desbordes por parte de Solari y llegadas peligrosas de Mastantuono.

Este último, a pesar de ofrecer buenas jugadas, no pudo concretar frente al arquero Bologna al perder un mano a mano que pudo haber cambiado el rumbo del partido.

Después de esos primeros instantes prometedores, la situación dio un giro notable.

Defensa y Justicia, que inició el partido en la penúltima posición de la tabla, comenzó a tomar control del juego.


Con el buen rendimiento de César Pérez, Kevin López y Aarón Molinas, el Halcón logró neutralizar a un River Plate que se sentía impotente.

La oportunidad más clara de Defensa llegó cuando Palavecino, que fue objeto de polémica tras un codazo involuntario a Casco, hizo que Ledesma tuviera que intervenir con gran destreza para evitar un gol en su arco.

Las decisiones arbitrales también tomaron protagonismo en este encuentro.

Mientras el árbitro Ramírez decidió no sancionar un penalti a favor de Defensa, la tensión aumentó hasta desembocar en la expulsión del entrenador local, Pablo De Muner, quien protestó vehementemente la no sanción.

Al final del primer tiempo, River seguía sin hallar respuestas mientras Defensa parecía más cómodo en el terreno de juego.

Gallardo decidió modificar su estrategia en la segunda parte, sustituyendo a Echeverri y Kranevitter por Meza y Lanzini, y cambiando el dibujo táctico para tratar de recuperar el control del partido.

Sin embargo, lo que se presagiaba como una mejora se convirtió en una continua lucha frente a un equipo local que exhibió valentía y una gran disposición para aprovechar cada fallo del rival.

Incluso jugando con un hombre más tras la expulsión de Palavecino, River no supo cómo capitalizar la ventaja y continuó mostrando una falta de coordinación y claridad en el juego.

Las llegadas de Solari y Alanís fueron bien controladas por la defensa local, reflejando la falta de ideas del Millonario.

El regreso de Pity Martínez, tras una larga recuperación, fue un último intento de Gallardo por encontrar una chispa en el equipo, pero, a pesar de un par de intentos, la pieza no encajó en el engranaje del juego de River, quien se lleva de esta jornada más dudas que certezas, justo antes de enfrentarse a Atlético Mineiro.