El comportamiento de los dirigentes y técnicos en el fútbol argentino genera controversias. La reciente situación con Russo y Gago evidencia una doble moral que desilusiona a los seguidores del deporte.

Imagen relacionada de escandalo futbol argentino polemica russo gago doble moral

El mundo del fútbol, conocido por sus pasiones y rivalidades, también se ve salpicado por controversias relacionadas con la ética y las reglas no escritas que parecen variar según quién sea el protagonista.

En los últimos días, la polémica se ha centrado en situaciones que evidencian una doble moral que molesta a jugadores, técnicos y hinchas por igual.

Una de las situaciones que ha generado gran revuelo es la llamada que Román Riquelme realizó a Omar De Felippe, en momentos en que el entrenador aún estaba en actividad y con contrato vigente en otro club.

La acción no habría violado ninguna normativa formal, pero sí encendió las alarmas de la percepción pública sobre un supuesto uso de influencia o favoritismo.

La misma lógica se aplica a la comunicación que el propio Riquelme tuvo con algunos técnicos en otros momentos, como con Miguel Gago, cuando dirigía a Chivas de México.

Gago, un entrenador argentino que ha trabajado en México, negó en su momento haber recibido alguna propuesta formal de Boca, pero horas después fue anunciado como nuevo técnico del equipo xeneize, lo que generó suspicacias.

La relación entre dirigencias, técnicos y jugadores en Argentina a menudo se ve marcada por este tipo de movimientos, donde los códigos no escriturados parecen aplicarse solo cuando conviene.

Esta doble moral genera malestar entre los seguidores, quienes ven cómo las acciones de algunos dirigentes y actores del fútbol parecen salirse de los principios deportivos que promueven fair play y respeto.

Por otro lado, la situación de Carlos Russo, exentrenador de San Lorenzo, ha sido otro punto de atención. Russo, que hasta el pasado domingo dirigía al club de Boedo, conversó con un representante que también tiene vínculo con Boca Juniors, y todo esto ocurrió mientras el club xeneize buscaba nuevo técnico.

Russo ha sido un técnico respetado en el medio, y su desvinculación del club de San Lorenzo generó reacciones divididas. Para algunos, aceptar propuestas de diferentes clubes es parte del juego y no debería ser objeto de censura. Sin embargo, otros consideran que las formas y el momento en que se producen estos contactos evidencian una falta de ética.

Lo que resulta más incómodo para los hinchas y las instituciones es la percepción de una doble vara: se exigen principios y respeto en una situación, pero en otra se permite cierta flexibilidad o incluso ventajismo.

La historia del fútbol argentino está llena de casos similares, donde los “códigos” parecen cambiar según quién esté involucrado. Desde las transferencias de jugadores hasta las decisiones de los técnicos, esta apariencia de doble moral socava la credibilidad del deporte.

Las reacciones del periodismo y los analistas tampoco se han hecho esperar. Mientras algunas voces intentan mantener la objetividad, otras hacen silencio o minimizan estos hechos, quizás por temor o conveniencia. Lo cierto es que la percepción pública se ve agravada por estas situaciones, que dejan en evidencia que en el fútbol, más allá de la pasión, aún prevalecen prácticas que parecen alejarse de la ejemplaridad que todos desearían.

El fútbol es un deporte que, además de sus características técnicas, refleja valores sociales y éticos. La transparencia, el respeto y la igualdad deben prevalecer para fortalecer la credibilidad del deporte rey. Sin embargo, casos como estos muestran que aún queda mucho por hacer para eliminar la doble moral y promover un fútbol más justo y ético, que sirva como espejo de los principios que deben guiar cualquier actividad deportiva.