El exfutbolista Leo Ponzio comparte su experiencia en la agricultura, reflexionando sobre su transición del fútbol a la vida en el campo.

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La imagen que se dibuja en medio de los maizales es la de un joven hombre conduciendo un cuatriciclo entre los surcos. Es Leo Ponzio, un exfutbolista que a sus 43 años, mantiene una energía y vitalidad que lo hacen lucir mucho más joven. En su nueva vida, alejado del protagonismo de las canchas, se siente revitalizado, lejos del aura de caudillo que ostentó durante su tiempo en el River Plate, bajo la dirección de Marcelo Gallardo.

Mientras tanto, en el fondo, una cosechadora trabaja arduamente en los maizales que fueron sembrados con esmero meses atrás, utilizando semillas de la marca NK, con la cual Ponzio tiene un contrato como embajador.

Gracias a un desempeño meticuloso, espera cosechar más de 140 quintales por hectárea, cifrando el éxito también en el ámbito agropecuario.

En conversación con Clarín Rural, Ponzio expresa su satisfacción en este nuevo rol: “Vengo aquí y revivo momentos de mi infancia. Realmente estoy conectado con lo que busqué siempre, tanto para mí como para mi padre y mi abuelo. Es un placer invertir en algo que me apasiona”. Su ambición y dedicación en el campo son paralelas a las que mostró en el fútbol, donde la disciplina era esencial para mantenerse en forma y competitivo.

Para Ponzio, el rendimiento en la agricultura es también una cuestión de perseverancia y planificación. Se siente como antes, cuando se preparaba para un partido, y reflexiona: “En el campo, hay variables que escapan a nuestro control, como el clima o los precios, pero hay que aprender a manejarlos, igual que a los rivales en la cancha”.

Recuerda con cariño cómo el campo era parte de su vida desde pequeño, donde la conexión con la tierra se fue profundizando con el tiempo. Su abuelo paterno tuvo terrenos propios donde Leo pasaba mucho tiempo, y ahora su propia hija, de 16 años, muestra interés en seguir su camino en el agro.

Ponzio describe el campo como un lugar de aprendizaje constante y auto-superación, donde cada año se debe planificar con anticipación y cuidar lo que se tiene.

“No hay que creer que ya está todo hecho, porque del mismo modo que en el fútbol, cada año es una nueva oportunidad para mejorar”, afirma con determinación.

A pesar de su retiro del fútbol, Ponzio se muestra abierto a la posibilidad de complementar su trabajo agrícola con una participación en un cuerpo técnico, ya que siente que podría contribuir con su experiencia adquirida a lo largo de los años.

Con el tiempo, está claro que su amor por el campo se nutre de un profundo entendimiento sobre el trabajo en equipo y la pasión que le imprime. Ponzio se dedica a la actividad agropecuaria con la misma pasión que mostró en las canchas, sabiendo que la agricultura, al igual que el deporte, requiere esfuerzo, planificación, y una conexión genuina con lo que se hace.

Al finalizar su reflexión, nos deja una idea alentadora: “Espero que los jóvenes encuentren en el campo un espacio de oportunidades, tal como yo encontré en el fútbol”.

Así, Leo Ponzio pasa de ser un ícono del fútbol argentino a un ferviente defensor y trabajador de la tierra, donde cada logro en el agro es una reedición de esos emocionantes días de glorias deportivas.