El gran maestro argentino enfrentó un momento tenso en Budapest debido a un malentendido relacionado con un chip SIM en su billetera, pero logró revertir la situación y continuar su camino en el torneo.
En el ajedrez de élite, las partidas suelen concluir antes de llegar al jaque mate, cuando la derrota parece inevitable.
Sin embargo, el gran maestro argentino Diego Flores, heptacampeón en su país, se encontró con una situación insólita en su novena Olimpíada, llevada a cabo en Budapest.
Durante un encuentro, el maestro internacional boliviano Licael Ticona mantuvo la partida más allá de lo esperado y terminó siendo derrotado con un espectacular jaque mate por parte de Flores, utilizando un peón en lo que muchos consideraron un desenlace vistoso.
Lo que siguió fue aún más inesperado.
Flores, un fiel aficionado del fútbol, especialmente del Boca Juniors y de Lionel Messi, pasó de ser un potencial tramposo a enfrentar un control antidopaje que terminó convirtiéndose en un registro anticheating.
"Cuando terminé de firmar el resultado, la árbitra me indicó que debía someterme al control”, relató Flores mediante una videollamada desde la capital húngara.
La sospecha se intensificó cuando, al ser revisadas sus pertenencias, encontraron un chip de teléfono que había quedado olvidado en su billetera.
"Fue una situación increíble.
Cada jugador tiene controladores para evitar cualquier posibilidad de trampa.
Encontrar un chip en mi billetera provocó conmoción", dijo el gran maestro, quien nunca había enfrentado algo similar en su carrera.
El protocolo establecido para estos casos es serio, y el miedo a que se dictaminara una derrota por la simple presencia de un objeto inofensivo lo llevó a una profunda angustia.
Después de regresarse al hotel, Diego decidió informarle al capitán del equipo, el gran maestro estadounidense Robert Hungaski, quien rápidamente le sugirió apelar a la decisión.
La sorpresa fue mayúscula cuando, en la siguiente ronda, Flores descubrió que su partida figuraba como perdida, en medio de dudas sobre sus principios de juego limpio.
Sin embargo, Hungaski elaboró una apelación argumentando que un chip SIM no era un dispositivo electrónico que pudiera facilitar trampas.
Dadas las circunstancias, los organizadores reconsideraron la situación, y tras una hora de tensión, el resultado se corrigió: la victoria de Flores fue restablecida.
Aunque los controles son necesarios para mantener la integridad del juego, este episodio reveló la necesidad de un enfoque más lógico y menos punitivo, considerando que casi todos los jugadores tienen tarjetas de crédito y otros objetos con chips similares.
No obstante, el desenlace positivo le permitió a Flores concentrarse nuevamente en el ajedrez, y en la siguiente ronda se enfrentó y venció al cubano nacionalizado estadounidense Leinier Domínguez, quien ocupa el 13° lugar del ranking mundial, sumando así su segundo triunfo ante un rival con más de 2.700 puntos de ELO. Después de un inicio difícil con dos derrotas, Diego logró recuperar su forma y ganó las siguientes cuatro partidas, contribuyendo al triunfo del equipo argentino ante Finlandia con un contundente 3,5 a 0,5.
La experiencia, aunque amarga, se convirtió en anécdota.
Diego Flores admitió que aprender a manejar la ansiedad y las dudas en un torneo de esta magnitud es parte del desafío de un ajedrecista.
Su amor por el juego lo impulsó a competir y representar a Argentina, dejando atrás los miedos.
A pesar de las bromas posteriores y el recuerdo del incidente, José se siente motivado para seguir compitiendo y mostrando su talento en el ajedrez.