El gobierno de Nueva York se prepara para un acto sin precedentes al visitar el territorio de la Nación Seneca y ofrecer una disculpa formal por los abusos cometidos en las escuelas residenciales de Thomas, marcando un paso importante en la reconciliación con las comunidades indígenas.

En un acontecimiento que marca un hito en la historia de las relaciones entre el Estado de Nueva York y las comunidades indígenas, la gobernadora Kathy Hochul y el presidente de la Nación Seneca, J.

Conrad Seneca, anunciaron hoy una visita oficial para que la mandataria ofrezca una disculpa en nombre del Estado por los terribles abusos cometidos en las escuelas residenciales de Thomas.

La visita está prevista para el martes 20 de mayo en el territorio de Cattaraugus, donde Hochul será recibida por los miembros de la Nación Seneca en un acto que se espera sea el primero de su tipo en que un gobernante en funciones visita oficialmente esta región indígena.

Este acto tiene una carga simbólica y emocional muy significativa, pues representa un paso hacia la reconciliación y la reparación de un pasado marcado por el dolor y la injusticia.

La gobernadora Hochul expresó que, aunque ninguna palabra podrá borrar los horrores sufridos por los niños y sus familias, el simple hecho de visitar el sitio y reconocer públicamente los errores del pasado es un acto de respeto y compromiso con la verdad.

“No hay acciones que puedan revertir el sufrimiento de los pueblos indígenas en nuestro estado, pero con esta visita y la disculpa oficial, buscamos comenzar un proceso de sanación y reconocimiento”, afirmó.

La historia de la escuela Thomas, fundada en 1855 por misioneros presbiterianos en el territorio de Cattaraugus, es un oscuro capítulo en la historia de Estados Unidos.

Desde 1875 hasta su cierre en 1957, la institución fue gestionada por el Estado de Nueva York y sirvió como parte de la política de asimilación forzada de los niños indígenas.

Miles de jóvenes de diversas naciones fueron separados de sus familias, despojados de sus idiomas y tradiciones, y sometidos a abusos físicos, psicológicos y, en muchos casos, a la muerte.

Se estima que cientos de niños murieron en estas instituciones, aunque muchas de esas muertes nunca fueron documentadas, lo que agrava aún más el dolor y la injusticia.

El impacto de estos hechos aún se siente en las comunidades indígenas hoy en día. La desintegración de las estructuras familiares y la pérdida de las lenguas nativas han causado heridas profundas que perduran en generaciones. El presidente de la Nación Seneca, J. Conrad Seneca, recordó que su propio padre asistió a Thomas y que su abuela fue retirada de su familia a los 11 años para asistir a la Carlisle Indian Industrial School en Pensilvania, otra institución similar conocida por sus políticas de asimilación brutal.

“Este acto de la gobernadora será un paso importante en nuestro camino hacia la sanación. La visita y la disculpa oficial permitirán que el Estado reconozca oficialmente el daño ocasionado y brinde una voz a los niños que sufrieron en silencio”, comentó.

Este anuncio se suma a otros esfuerzos del gobierno estatal para reconocer y reparar el daño a las comunidades indígenas. La gobernadora Hochul ha convocado a líderes de distintas naciones indígenas en un histórico encuentro en Albany, ha nombrado a Elizabeth Rule como la primera Secretaria Adjunta para Naciones Indígenas, y ha propuesto medidas para fortalecer las familias indígenas y mejorar el acceso a servicios de salud bucal con una inversión de aproximadamente 2,300 millones de euros.

Además, se inició una revisión de la representación artística de los pueblos originarios en el Capitolio estatal, con participación activa de representantes indígenas.

La visita y la disculpa también responden a un reconocimiento legislativo, ya que el Senado del estado aprobó por unanimidad una resolución que admite la responsabilidad del Estado en los horrores ocurridos en Thomas.

La resolución fue leída y aprobada en una sesión en la que estuvieron presentes miembros de la Nación Seneca y otros representantes indígenas, consolidando así un compromiso oficial hacia la verdad y la reparación.

Este acto simbólico, que se espera sea ampliamente difundido y respaldado por la comunidad, busca no solo reconocer el pasado oscuro sino también allanar el camino para relaciones más justas y respetuosas entre el gobierno de Nueva York y sus pueblos originarios, en un proceso que, aunque largo, es fundamental para la reconciliación histórica.