Tras décadas de preparación financiera, Jamaica accede rápidamente a fondos de seguro tras la destrucción causada por el huracán Melissa, marcando un modelo para países vulnerables al clima.

Durante los últimos diez años, Jamaica ha dedicado esfuerzos significativos a fortalecer sus mecanismos de protección financiera frente a desastres naturales.

Esta estrategia culminó de manera efectiva tras la llegada del Huracán Melissa, que azotó el país provocando la destrucción de viviendas, infraestructuras y servicios esenciales.

La capacidad de Jamaica para acceder rápidamente a recursos financieros puede servir como ejemplo para otras naciones vulnerables a los efectos del clima.

Una de las iniciativas clave en la estrategia del país fue la emisión de un bono catastrófico por valor de aproximadamente 135 millones de euros en 2024, con el apoyo del Banco Mundial.

Este instrumento financiero, conocido como 'cat bond', se activó automáticamente cuando el huracán alcanzó niveles de severidad que cumplen con los parámetros preestablecidos, permitiendo que los fondos llegaran en cuestión de días.

El bono fue suscrito por inversores principalmente en Europa y América del Norte. La emisión, que vence en 2027, cubre cuatro temporadas de huracanes y tiene una tasa de interés atractiva del 6% anual. Si el evento catastrófico no se produce, Jamaica devuelve el principal completo a los inversores al final del plazo. Sin embargo, en caso de activación, la suma de dinero destinada al país puede variar desde el 30% hasta el 100% del valor total, dependiendo de la intensidad del huracán.

El evento que triggered el pago fue la presión central del huracán Melissa al momento de tocar tierra, que registró una presión de 892 milibares, un nivel que superaba los límites establecidos en la estructura del bono.

Este mecanismo no evalúa directamente los daños económicos o la cantidad de reconstrucción necesaria, sino la severidad de la tormenta, lo que proporciona una respuesta más rápida y eficiente.

Jamaica cuenta, además, con otros recursos, como pólizas de seguros regionales para lluvias extremas y tormentas tropicales, y líneas de crédito con instituciones internacionales, incluyendo el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

En total, el Ministerio de Finanzas de Jamaica estima tener disponibles aproximadamente 740 millones de euros en financiamiento inmediato tras una emergencia.

Aunque no cubre todos los daños posibles, esta reserva acelerada permite la restauración rápida de servicios cruciales como carreteras, hospitales y telecomunicaciones.

Este enfoque integral de protección financiera, que combina seguros, bonos vinculados a eventos específicos y líneas de crédito internacionales, refleja una visión moderna y proactiva frente a los efectos del cambio climático.

La estrategia jamaicana ha sido elogiada por expertos internacionales como Conor Meenan, asesor en financiamiento de riesgos en el Centro para la Protección contra Desastres en el Reino Unido, quien señala que es uno de los esquemas más completos del mundo actualmente.

A nivel global, países en desarrollo enfrentan un doble desafío: la vulnerabilidad ante fenómenos climáticos extremos y el endeudamiento descontrolado.

Los bonos catastróficos representan una alternativa para acceder a fondos de forma rápida y eficiente. La experiencia de Jamaica demuestra cómo los instrumentos financieros innovadores pueden reducir el tiempo de respuesta y limitar el impacto social y económico de eventos meteorológicos devastadores.

Expertos en resiliencia climática consideran que, aunque los bonos catastróficos no solucionan todos los problemas, son una pieza clave en un conjunto de políticas necesarias para adaptarse a un escenario global donde las tormentas cada vez son más fuertes y frecuentes.

La gestión que ha llevado a cabo Jamaica podría inspirar a otros países vulnerables a diseñar sus propias estrategias, promoviendo una mayor seguridad económica ante la creciente amenaza del cambio climático.