La compañía automotriz Jaguar-Land Rover, controlada por Tata, sufre un grave incidente cibernético que afecta sus fábricas en Gran Bretaña y pone en riesgo su inventario y operaciones. La interrupción lleva ya casi tres semanas y podría extenderse, generando pérdidas millonarias.

La compañía automotriz Jaguar-Land Rover (JLR), propiedad del conglomerado indio Tata Motors, ha enfrentado en las últimas semanas una crisis de gran impacto debido a un severo ciberataque.

Desde principios de septiembre, la firma ha reportado que su infraestructura digital ha sido blanco de una infección informática sin precedentes, que ha afectado tanto sus operaciones globales como la continuidad de su producción en Reino Unido.

Este incidente ha llevado a la paralización total de las líneas de montaje en sus principales fábricas en Inglaterra, incluyendo Solihull y Halewood.

La planta de Solihull, ubicada en las afueras de Birmingham, famosa por la fabricación de modelos Range Rover y Range Rover Sport, dejó de producir vehículos hace más de dos semanas y, de acuerdo a últimas estimaciones, solo se reanudará su actividad el 24 de septiembre, siempre y cuando las investigaciones y medidas correctivas avancen según lo planificado.

La fábrica de Halewood, especializada en la producción del Range Rover Evoque y Discovery Sport, se encuentra en la misma situación, afectando gravemente el suministro y la disponibilidad de modelos nuevos en el mercado.

La interrupción extendida ha generado preocupaciones en toda la cadena de suministro, pues numerosos componentes y piezas esenciales no están llegando a los concesionarios, complicando también los servicios de reparación y mantenimiento.

Según un informe de la BBC, el ciberataque no solo ha detenido la fabricación, sino que también ha impedido a JLR conocer el paradero de aproximadamente 40.000 vehículos en stock, aún sin entregar, que permanecen en las instalaciones o en tránsito, generando un importante riesgo financiero y de inventario estancado.

Expertos del sector afirman que las pérdidas diarias del fabricante podrían superar los 6,5 millones de euros, considerando las ventas suspendidas, costos de reparación y posibles multas regulatorias.

Algunos analistas sugieren que el impacto económico total podría duplicar esas cifras si la situación no se resuelve pronto.

El incidente ha puesto en evidencia también las vulnerabilidades de la industria automotriz ante amenazas cibernéticas, un problema que se ha ido agravando en los últimos años con la creciente digitalización y conectividad de los vehículos modernos.

Aunque inicialmente JLR aseguró que no había datos comprometidos, posteriormente reconoció la posible filtración de información confidencial, incluyendo datos personales de clientes, métodos de pago y detalles de vehículos en producción.

Este evento ha generado preocupación en los consumidores y en la comunidad financiera, pues los datos extras del personal y los clientes se almacenan en sistemas digitales cada vez más complejos.

La exposición de esta información puede derivar en fraudes, robos de identidad, o incluso en actividades ilícitas si cae en manos equivocadas.

Desde que se detectó el ciberataque, JLR ha trabajado en colaboración con expertos en ciberseguridad internacional para restaurar sus sistemas de manera segura y controlada.

En un comunicado, un portavoz de la compañía afirmó que “están realizando una investigación exhaustiva y que han informado a las autoridades regulatorias pertinentes sobre el posible impacto en datos personales”.

Este tipo de incidentes subraya la importancia de que la industria automotor refuerce sus medidas de protección cibernética, dado que la conectividad y la digitalización que ofrecen los vehículos modernos también representan nuevas vulnerabilidades.

La recuperación de JLR dependerá del éxito en contener y erradicar el ataque, así como de la rapidez con la que puedan volver a reactivar su producción y gestionar el inventario afectado, que en euros equivaldría a pérdidas sustanciales, y que en un contexto global puede tener efectos en toda la cadena de suministro mundial.