Este lunes se confirmó que el papa Francisco falleció a causa de un ictus, un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible, tras una larga lucha contra una neumonía. Conoce los detalles y las causas de estos eventos que marcaron su final.
Este lunes se conoció oficialmente la causa de la muerte del papa Francisco, quien falleció en su residencia de Santa Marta dentro del Vaticano. El pontífice sufrió un evento cerebrovascular, conocido como ictus, que desencadenó un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible. La noticia ha conmovido a millones de fieles y ha abierto un debate sobre las enfermedades que afectan a los líderes mundiales y religiosos.
El papa Francisco, de 86 años, estuvo en recuperación por una neumonía bilateral polimicrobiana, condición que lo mantuvo ingresado durante 38 días en el Hospital Gemelli de Roma.
La neumonía, una infección pulmonar que puede afectar a personas de cualquier edad, en su forma más severa puede derivar en complicaciones graves, como ocurrió en este caso.
La neumonía puede ser causada por bacterias, virus u otros microorganismos, y en pacientes mayores o inmunodeprimidos, su impacto puede ser devastador.
Tras su ingreso, el pontífice sufrió una serie de complicaciones que culminaron en un ictus, un accidente cerebrovascular que, según la Sociedad Española de Neurología, se produce por una interrupción súbita del flujo sanguíneo en una parte del cerebro.
Esto puede deberse a una obstrucción (ictus isquémico) o a una hemorragia (ictus hemorrágico). En el caso del papa, se cree que fue un ictus isquémico, que representa aproximadamente el 85% de los casos y que provoca la muerte de las células cerebrales afectadas por la falta de oxígeno y nutrientes.
El ictus es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo y que puede dejar secuelas severas si no se trata a tiempo. La edad es uno de los principales factores de riesgo, siendo más frecuente en personas mayores de 60 años. Sin embargo, otros factores de riesgo modificables incluyen hipertensión arterial, enfermedades cardíacas como infarto de miocardio o angina, obesidad, sedentarismo, tabaquismo y consumo excesivo de alcohol.
Históricamente, el ictus ha sido una de las principales causas de discapacidad y mortalidad en países desarrollados. La prevención es clave y pasa por mantener un estilo de vida saludable, controlar la presión arterial, reducir el consumo de tabaco y alcohol, y hacer ejercicio regularmente.
Además, es fundamental reconocer las señales de advertencia, que incluyen dolor de cabeza intenso, pérdida de visión, dificultad para hablar o entender, pérdida de equilibrio y debilidad en un lado del cuerpo.
En el caso del papa Francisco, la combinación de una neumonía complicada y un evento cerebrovascular fue fatal. La comunidad médica insiste en la importancia de atender rápidamente los síntomas para reducir secuelas y salvar vidas. Tras su fallecimiento, se espera que el Vaticano inicie los procedimientos habituales para la elección de un nuevo pontífice, en un momento de profunda reflexión para la Iglesia Católica.
En términos económicos, los costos asociados a la atención médica de eventos cerebrovasculares en Europa pueden variar, pero en países como Italia, el gasto promedio en tratamiento de ictus puede alcanzar los 20.000 euros por paciente, considerando hospitalización, rehabilitación y cuidados posteriores. La atención temprana y la prevención, sin embargo, pueden reducir significativamente estos costos y mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta condición.
La muerte del papa Francisco nos recuerda la importancia de cuidar nuestra salud y estar atentos a los signos de alarma de enfermedades graves. La ciencia y la medicina continúan avanzando en la lucha contra estas patologías, pero la prevención sigue siendo la estrategia más efectiva para reducir su impacto en la sociedad.