Aryatara Shakya, una niña de 2 años en Katmandú, ha sido consagrada como la encarnación de la diosa Taleju tras superar rituales ancestrales, marcando un hecho singular en la tradición religiosa de Nepal.
En Nepal, la figura de las niñas conocidas como 'Kumari' representa una tradición milenaria que combina religiosidad y cultura, y que todavía sorprende al mundo.
Entre ellas, la más joven y recientemente consagrada es Aryatara Shakya, una pequeña de apenas 2 años, quien ha sido oficialmente reconocida como la encarnación de la diosa Taleju, una de las deidades más veneradas en la religión hindú y budista en Nepal.
Este hecho se produjo en la capital, Katmandú, donde las autoridades religiosas llevan siglos practicando rituales rigurosos para determinar quién puede ser considerada una Kumari.
La elección de Aryatara supuestamente requirió pasar por una serie de pruebas que combinan elementos espirituales, físicos y simbólicos, muchas de las cuales se han transmitido de generación en generación y que, presuntamente, incluyen rituales que ponen a prueba la valentía y la pureza de las niñas.
Una de las pruebas más emblemáticas consiste en mantener la serenidad ante eventos que simbolizan sacrificios y danzas tradicionales, que pueden incluir elementos que representan la lucha entre el bien y el mal.
Además, la niña debe cumplir con características específicas, entre ellas, tener pestañas similares a las de una vaca, un símbolo de pureza y protección en la cultura nepalí.
Supuestamente, en el proceso también se evalúa la apariencia física y la conducta, y la elección se realiza tras consultar a expertos en religión y tradición.
La consagración marca un cambio profundo en la vida de Aryatara, quien será trasladada a un antiguo palacio en Katmandú, donde vivirá aislada del contacto cotidiano con la sociedad, en un entorno que se considera sagrado y protegido.
Se dice que, en la tradición, las acciones y gestos de la Kumari pueden ser interpretados como señales que predicen eventos futuros para la comunidad, como terremotos o brotes de enfermedades.
Por ejemplo, presuntamente, el llanto de una Kumari puede ser interpretado como un presagio de calamidades próximas, por lo que su estado emocional es observado con mucha atención.
Este fenómeno cultural, que combina creencias ancestrales con prácticas religiosas, ha despertado interés internacional, generando debates sobre los derechos y el bienestar de estas niñas.
La tradición de las Kumari en Nepal data de hace siglos y refleja una compleja interacción entre religión, cultura y poder social. Aunque algunos críticos consideran que estas prácticas pueden ser cuestionadas desde una perspectiva moderna, para muchos nepalíes, las Kumari representan una conexión vital con su historia y espiritualidad.
Supuestamente, en los últimos años, la tradición ha enfrentado desafíos, incluyendo presiones para modernizar ciertos aspectos y garantizar el bienestar de las niñas involucradas.
Sin embargo, la figura de Aryatara y su consagración como diosa viviente continúan siendo un símbolo de la identidad cultural de Nepal, que mantiene viva una tradición que, aunque antigua, sigue siendo muy relevante en la actualidad.