Supuestamente, la NASA tiene en marcha un ambicioso plan para instalar un reactor nuclear en la Luna antes de 2030, en una competencia cada vez más acentuada con China por la supremacía en el espacio. La iniciativa busca garantizar energía sostenible para futuras misiones y establecer una presencia estadounidense en el satélite natural.

Supuestamente, la NASA está desarrollando un proyecto de gran envergadura que contempla la construcción de un reactor nuclear en la superficie de la Luna, con la intención de que comience a operar en el año 2030.

La noticia fue confirmada por Sean Duffy, quien actúa como administrador interino de la agencia espacial estadounidense y también ocupa el cargo de secretario de Transporte en la Administración Trump.

Este proyecto, que primero fue divulgado por el medio Politico basándose en un informe interno de la NASA, es considerado uno de los pasos más importantes en la carrera espacial entre Estados Unidos y China.

Duffy afirmó en una rueda de prensa que, aunque la idea no es nueva y ha sido discutida en diferentes administraciones, la urgencia actual de establecer una base lunar ha acelerado su desarrollo.

"Este no es un concepto reciente; ha sido objeto de debates desde la era de Trump (2017-2021) y también durante la presidencia de Biden (2021-2025). Sin embargo, estamos en una carrera hacia la Luna y necesitamos energía para mantenernos allí", declaró.

El costo del proyecto, presuntamente, ha sido de varios cientos de millones de dólares destinados a estudios de viabilidad y tecnología, y la NASA ya ha dado instrucciones para comenzar a desplegar los recursos necesarios.

Se espera que en los próximos meses la agencia oficialice detalles más específicos del plan.

El reactor que se planea construir generará aproximadamente 100 kilovatios de energía, una cantidad suficiente para abastecer una vivienda de unos 170 metros cuadrados cada tres días y medio, según cálculos del propio Duffy.

La tecnología, aunque considerada no excesivamente compleja, es vista como fundamental para sostener la vida en la Luna y, posteriormente, facilitar misiones tripuladas a Marte.

Este avance forma parte de la estrategia más amplia de Estados Unidos para fortalecer su presencia en el espacio, que incluye la creación de la Fuerza Espacial y el programa Artemis.

La NASA tiene previsto lanzar a principios del próximo año la misión Artemis 2, que enviará a cuatro astronautas a orbitar la Luna, y posteriormente, la misión Artemis 3, que buscará un alunizaje con permanencia prolongada.

La idea de establecer una base lunar sustentada por energía nuclear también responde a la necesidad de explotar recursos del satélite, como el hielo en los polos, que podría ser convertido en agua y oxígeno para las futuras colonias.

Según presunciones, toda esta estrategia apunta a que Estados Unidos reclame una posición dominante en la exploración lunar y en la competencia con China, que también ha anunciado planes para realizar misiones similares.

Supuestamente, en esa zona de la Luna, se busca establecer una presencia permanente, y la generación de energía fiable será clave para lograrlo. La carrera hacia el espacio, que en parte fue impulsada por la administración de Trump con la creación de la Fuerza Espacial, continúa en marcha, y ahora la tecnología nuclear juega un papel fundamental en esa estrategia de expansión.

La comunidad internacional observa con interés y cierto recelo estos avances, que podrían marcar un antes y un después en la historia de la exploración espacial.