Las intensas lluvias que azotan desde el lunes el noreste de Estados Unidos han provocado inundaciones en varios estados, dejando a miles sin electricidad y generando graves retrasos en el transporte público. La ciudad de Nueva York y Nueva Jersey son las zonas más afectadas, con escenas de caos y rescates en marcha.
Desde el pasado lunes, las fuertes tormentas que han azotado el noreste de Estados Unidos han provocado una serie de inundaciones que han afectado a múltiples estados, entre ellos Nueva York y Nueva Jersey.
Estas lluvias intensas, supuestamente, han sido causadas por un sistema meteorológico inusualmente potente, que ha dejado acumulados de agua que en algunos lugares superan los 70 mm, equivalentes a aproximadamente 70 litros por metro cuadrado en solo unas horas.
En Nueva Jersey, el gobernador Phil Murphy declaró, presuntamente, el estado de emergencia horas antes de que las lluvias alcanzaran su punto álgido.
Las alertas del Servicio Nacional de Meteorología (NWS) estaban en vigor en localidades como Newark, Elizabeth y East Orange, donde las imágenes en redes sociales mostraban vehículos atrapados en calles convertidas en ríos.
La situación fue tan grave que más de 13.000 personas se quedaron sin electricidad, según datos de la compañía energética local, y en algunos momentos, más de 8.000 usuarios permanecían sin luz, una cifra que en euros equivale a unos 12.200. La interrupción del suministro eléctrico afectó principalmente a zonas residenciales y comerciales, generando caos y dificultades para las actividades cotidianas.
El aeropuerto de Newark, uno de los más transitados de la región, suspendió todos los vuelos de llegada y salida hasta las 23:00 hora local, aproximadamente a las 3:00 GMT del martes, debido a las tormentas.
Supuestamente, las lluvias también causaron que las autopistas principales y las calles de acceso se inundaran rápidamente, dificultando la movilidad y generando congestiones en toda la zona.
En Nueva York, la gobernadora Kathy Hochul informó que en los condados de Westchester y Rockland se realizaron varios rescates, aunque no se han reportado víctimas mortales hasta el momento.
La alerta de inundaciones repentinas también afectó a los cinco distritos de la ciudad, donde las líneas de metro sufrieron graves retrasos y algunos tramos tuvieron que ser cerrados por el riesgo de inundación.
En redes sociales circulaban videos que mostraban estaciones de metro completamente inundadas y pasajeros tratando de subir escaleras en medio de aguas que cubrían las plataformas.
Supuestamente, en una de las estaciones más afectadas, las imágenes mostraban cómo el agua ingresaba a los túneles y plataformas, atrapando a los viajeros en un caos total.
La agencia de Emergencias de Nueva York recomendó a los residentes de sótanos y plantas bajas trasladarse a zonas más elevadas, ya que las inundaciones pueden ser mortales y las aguas pueden llenar estos espacios en minutos.
La situación, que en algunos lugares parecía un escenario de desastre, fue disminuyendo en intensidad hacia la noche, cuando las lluvias comenzaron a desplazarse hacia el este y las condiciones mejoraron ligeramente.
En Pensilvania, que también fue golpeada por las lluvias, las autoridades lograron rescatar a 16 personas que quedaron atrapadas en el agua y respondieron a más de 30 llamadas de ayuda de residentes en sótanos inundados.
Afortunadamente, no se reportaron víctimas mortales en esta región, aunque la situación generó alarma y preocupación en toda la zona.
Este fenómeno climático, presuntamente, se suma a una serie de eventos extremos que han ocurrido en el noreste en los últimos años. La ciudad de Nueva York, conocida por su infraestructura robusta, ha enfrentado en el pasado inundaciones significativas, siendo la más recordada en 2012 durante el huracán Sandy, que dejó a millones sin energía y causó daños millonarios.
Supuestamente, estos eventos reflejan un patrón creciente de fenómenos meteorológicos extremos, atribuibles en parte al cambio climático, que hace que las tormentas sean más intensas y las precipitaciones más abundantes.
La región del noreste, que tradicionalmente no experimentaba lluvias de esta magnitud con tanta frecuencia, ahora se enfrenta a un desafío constante para adaptar su infraestructura y proteger a sus habitantes.
Mientras tanto, las autoridades continúan monitoreando la situación y advirtiendo sobre posibles lluvias residuales en las próximas horas. La población, por su parte, ha sido instada a mantenerse alerta y seguir las recomendaciones oficiales para evitar mayores riesgos. La recuperación de los daños, que en euros equivaldrían a millones, será un proceso que requerirá esfuerzos coordinados y recursos significativos en los días venideros.