La ONU señala a Israel como responsable directo de la severa hambruna en Gaza, denunciando acciones que podrían constituir crímenes de guerra y exigiendo la apertura de fronteras para la ayuda humanitaria.

El jefe de la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Volker Turk, ha responsabilizado directamente a Israel por la crisis de hambruna que afecta a la gobernación de Gaza, una situación que ha sido calificada como una de las peores en décadas.

Según Turk, las acciones del Gobierno israelí han provocado una situación de emergencia alimentaria en la Franja, comenzando por la ciudad de Gaza, la más grande y poblada del enclave.

Supuestamente, esta crisis humanitaria no es fortuita ni inevitable, sino que sería el resultado de decisiones deliberadas y acciones que podrían ser consideradas crímenes de guerra.

Turk ha declarado que las restricciones impuestas por Israel al ingreso y distribución de ayuda humanitaria, así como la destrucción de infraestructuras civiles esenciales, han agravado la situación.

Estas acciones incluyen el arrasamiento de casi toda la zona agrícola del enclave y la prohibición de actividades pesqueras que podrían alimentar a las miles de personas desplazadas en los campamentos de la costa central.

Históricamente, Gaza ha sido una zona de conflicto desde que fue ocupada por Egipto y posteriormente por Israel en 1967. La Franja ha sufrido múltiples bloqueos y restricciones que, según expertos, han contribuido a su situación socioeconómica. La clasificación actual de la crisis en Gaza, según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC), sitúa a la población en niveles de emergencia y crisis alimentaria, con cifras que sugieren que más de 500,000 personas están enfrentando inseguridad alimentaria severa.

El responsable humanitario de la ONU afirma que estas acciones, además de violar leyes internacionales, han llevado a la población a un estado de desesperación, donde la supervivencia básica se ve comprometida.

Turk ha señalado que el uso del hambre como arma de guerra puede constituir un crimen de guerra, y que las muertes por inanición o malnutrición, si continúan, podrían ser considerados homicidio premeditado.

Asimismo, la destrucción de infraestructura vital, como hospitales, centros de agua y sistemas de energía, ha dificultado aún más la atención sanitaria y el acceso a recursos básicos.

La prohibición de actividades pesqueras en el mar Mediterráneo, una fuente importante de alimentación, ha dejado a muchas familias sin medios de sustento.

Además, Turk ha denunciado el desplazamiento forzado de civiles, una práctica que también puede ser considerada una violación del derecho internacional.

Ante esta situación, la ONU ha exigido a Israel que tome medidas inmediatas para poner fin a la hambruna en Gaza, permitiendo la entrada de ayuda humanitaria en cantidades suficientes y garantizando el acceso total a organizaciones internacionales.

Turk ha insistido en que la comunidad internacional no puede seguir permitiendo que estas acciones continúen sin respuesta.

Por otro lado, Tom Fletcher, jefe de Asuntos Humanitarios de la ONU, ha expresado que “ya es suficiente” y ha hecho un llamado urgente a Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, para declarar un alto el fuego y detener la escalada de violencia.

Fletcher ha declarado que la hambruna en Gaza, que presuntamente podría haberse evitado, se ha convertido en una tragedia que afecta principalmente a los más vulnerables, quienes se ven obligados a arriesgar sus vidas para buscar alimento.

Fletcher ha enfatizado que Gaza es una tierra fértil y que la crisis no debería haberse llegado a estos niveles. La situación, supuestamente, se ha agravado por una obstrucción sistemática a la entrada de ayuda, lo que ha provocado una crisis humanitaria de proporciones históricas.

Expertos recuerdan que Gaza ya sufrió un bloqueo completo desde 2007, tras la toma de control por parte de Hamas, y que las restricciones económicas y militares han limitado severamente su desarrollo.

La comunidad internacional ha llamado en varias ocasiones a levantar las restricciones y permitir el ingreso de ayuda, pero las tensiones políticas y militares han impedido acciones efectivas.

En conclusión, la situación en Gaza ha alcanzado un punto crítico, con la hambruna que avanza y la infraestructura civil destruida. La comunidad internacional está llamada a actuar con urgencia para evitar una catástrofe aún mayor, garantizando el acceso a alimentos, medicinas y recursos básicos para miles de civiles atrapados en medio del conflicto.

La responsabilidad de detener esta crisis recae, presuntamente, en quienes controlan las decisiones sobre el ingreso y la distribución de ayuda, y en la voluntad política de poner fin a las hostilidades para salvar vidas.