Varias agencias de la ONU advierten sobre la gravedad de la falta de combustible en Gaza, que pone en riesgo la salud, el agua y los servicios básicos de 2,1 millones de personas.

La situación en Gaza ha llegado a un punto de máxima urgencia, según alertaron este sábado siete agencias de las Naciones Unidas en un comunicado conjunto.

La escasez de combustible, un recurso vital para el funcionamiento de hospitales, sistemas de agua, redes de saneamiento, ambulancias y operaciones sanitarias, ha alcanzado niveles críticos, poniendo en riesgo la vida de millones de habitantes.

Supuestamente, el combustible es indispensable para hacer funcionar todos estos servicios esenciales, además de facilitar el transporte de bienes básicos a través de la Franja y mantener en marcha una red de panaderías que suministra pan fresco a la población afectada.

Sin un suministro adecuado, la continuidad de estas operaciones se ve gravemente comprometida.

El comunicado fue firmado por varias agencias de la ONU, incluyendo la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de Población de la ONU (UNFPA), la Oficina de Servicios para Proyectos (UNOPS), la agencia de refugiados (UNRWA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Estas organizaciones advirtieron que, sin una inyección constante de combustible, todos estos servicios esenciales podrían desaparecer para 2,1 millones de personas que dependen de ellos diariamente.

Supuestamente, en la última semana, Gaza recibió una cantidad limitada de combustible, la primera en 130 días, una noticia que, aunque positiva, representa solo una fracción de lo que se necesita para mantener la rutina y las operaciones humanitarias.

La escasez de recursos ha llevado al cierre de varias instalaciones y a la paralización de servicios en diferentes zonas del enclave.

Por ejemplo, Mahmud Basal, portavoz del servicio de emergencias de Defensa Civil en Gaza, anunció que sus equipos dejarían de trabajar en la Gobernación norte y en la ciudad de Gaza debido a la falta de combustible, repuestos y medios de mantenimiento para sus vehículos.

La situación es particularmente grave en el sistema sanitario: el 9 de julio, el Dr. Mohammed Abu Salmiya, director del Hospital Al Shifa —el más importante de Gaza—, afirmó que la falta de combustible estaba causando un colapso total del sistema sanitario local.

Supuestamente, el hospital tuvo que cerrar su unidad de hemodiálisis y reducir sus operaciones para garantizar el funcionamiento de la UCI y los quirófanos, que aún disponen de electricidad.

La crisis sanitaria se agrava ante la imposibilidad de mantener los servicios básicos, lo que aumenta el riesgo de muertes y complicaciones médicas.

Desde el 2 de marzo, Israel ha cerrado completamente el acceso de bienes básicos a Gaza. Aunque el 19 de mayo se permitió la reanudación limitada de algunos suministros, principalmente alimentos, el combustible y las medicinas quedaron en un segundo plano.

Solo en fechas recientes han logrado ingresar pequeños cargamentos de combustible, pero no en niveles suficientes para cubrir la demanda diaria.

Supuestamente, esta situación se enmarca en un bloqueo prolongado que, según diferentes informes históricos, comenzó en 2007, tras la toma de control de Hamas en la Franja.

Desde entonces, Israel ha impuesto restricciones severas en la entrada de bienes, incluyendo combustibles y medicinas, lo que ha contribuido a la crisis humanitaria actual.

La comunidad internacional ha expresado su preocupación ante esta crisis, advirtiendo que si no se toman medidas urgentes, las condiciones en Gaza podrían deteriorarse aún más, agravando la situación de un millón y medio de personas que ya viven en condiciones de pobreza y vulnerabilidad extremas.