Una mujer australiana ha sido declarada culpable de asesinar a tres familiares y de intentar matar a otro tras preparar un banquete con hongos venenosos en Melbourne, en un caso que ha conmocionado a la opinión pública internacional.

La ciudad de Melbourne fue escenario de un caso que ha capturado la atención mundial, después de que supuestamente Erin Patterson, una mujer australiana de 50 años, fuera declarada culpable este lunes por la muerte de tres miembros de su familia y por el intento de asesinar a un cuarto, tras preparar una cena con hongos venenosos en su residencia ubicada en la localidad rural de Leongatha, en el sureste del estado de Victoria.

Este trágico suceso ocurrió en julio de 2023, y el caso ha sido considerado uno de los más impactantes en la historia criminal reciente de Australia.

Un jurado compuesto por 12 personas la encontró responsable de tres cargos de asesinato y uno de tentativa de homicidio, lo que podría llevarla a enfrentarse a una condena de cadena perpetua, según informaron medios locales como la cadena pública ABC.

La historia comenzó cuando Erin Patterson invitó a su exsuegro, Don Patterson, y a su exsuegra, Gail Patterson, además de la hermana y el cuñado de esta última, Heather e Ian Wilkinson, a una cena en su casa.

La convocatoria también incluía a su exmarido, Simon Patterson, con quien tiene dos hijos en común, aunque finalmente él no asistió. La supuesta razón de la reunión era que Erin quería comunicarles que padecía cáncer, un diagnóstico que supuestamente le fue confirmado, aunque posteriormente se comprobó que nunca le fue diagnosticada esta enfermedad.

La noche del banquete, los invitados degustaron un plato principal compuesto por solomillos Wellington, elaborados con cortes de carne de alta calidad cubiertos con hongos, envueltos en hojaldre, y acompañados de puré de patatas y judías verdes.

La preparación, presuntamente realizada por Erin, fue costosa, ya que utilizó ingredientes considerados de lujo. Sin embargo, tras consumir la comida, los comensales comenzaron a sentirse gravemente enfermos.

Los cuatro afectados acudieron rápidamente a un hospital cercano. Entre ellos, Don y Gail Patterson, ambos de 70 y 66 años respectivamente, fallecieron en los días siguientes, entre el 4 y el 5 de agosto de 2023. Ian Wilkinson fue el único que logró sobrevivir a la intoxicación, aunque sufrió graves efectos por la ingesta del plato.

Las investigaciones toxicológicas revelaron que Erin empleó en la preparación de los platos uno de los hongos más peligrosos y letales conocidos, la 'Amanita phalloides', también llamada oronja verde.

Este hongo, que crece en bosques y zonas rurales, es responsable de la mayoría de las muertes por envenenamiento por hongos en todo el mundo, debido a su potente toxina que causa daños severos en el hígado y los riñones.

El proceso judicial duró más de diez semanas en un tribunal ubicado en Morwell, en la misma región de Victoria. Durante el juicio, declararon más de medio centenar de testigos, incluidos los hijos de Patterson, de 14 y 9 años, quienes supuestamente también comieron sobras de la cena fatídica.

La defensa sostuvo que Erin mantenía su inocencia desde su arresto en noviembre de 2023, y argumentó que su interés por los hongos surgió durante la pandemia, cuando empezó a recolectar y cocinar setas silvestres por considerarlas saludables y sabrosas.

Por su parte, Ian Wilkinson, el único sobreviviente, declaró que Erin se negó a que sus invitados la ayudaran a emplatar la comida y que se mostró reacia a mostrarles su despensa, lo que generó sospechas sobre la preparación de la cena.

También afirmó que la acusada comió de un plato distinto al de los demás, lo que alimentó aún más las hipótesis de la fiscalía.

Tras la lectura del veredicto, Erin podría enfrentarse a una condena máxima de cadena perpetua. La próxima etapa del proceso será una audiencia para dictar sentencia, aunque todavía no hay fecha definida. La defensa puede presentar recursos en su favor. Algunos observadores consideran que este caso marcará un precedente en la legislación australiana respecto a delitos relacionados con envenenamientos intencionales.

Este trágico episodio ha despertado también un debate sobre la seguridad en la preparación de alimentos en contextos familiares y la posible existencia de motivaciones ocultas.

Además, ha reavivado el interés por el estudio de hongos silvestres y sus peligros, en un país donde el consumo de setas por parte de aficionados ha ido en aumento, supuestamente sin la adecuada formación para distinguir especies comestibles de las venenosas.

En definitiva, la historia de Erin Patterson se ha convertido en un recordatorio de los peligros que pueden esconderse en la cocina, y de cómo una tragedia puede marcar un antes y un después en la justicia y la conciencia social en Australia y más allá.