Las propuestas del gobierno de EE.UU. para aplicar aranceles a las importaciones de medicamentos podrían traducirse en precios más altos y una posible disminución en la disponibilidad de fármacos esenciales, afectando a hospitales, farmacias y pacientes en todo el país.
En los últimos meses, la administración del expresidente Donald Trump ha intensificado su interés en imponer aranceles a las importaciones de medicamentos y sus ingredientes, una medida que podría tener profundas repercusiones en el sistema de salud estadounidense.
Aunque en un principio las farmacéuticas estuvieron exentas del arancel general del 10% sobre muchos productos importados, el gobierno ha declarado su intención de aplicar gravámenes específicos a los medicamentos y componentes farmacéuticos.
El 8 de abril, Trump anunció que su administración pronto impondría un 'importante arancel sobre los productos farmacéuticos' que ingresen a Estados Unidos, y sugirió que esto incentivaría a las empresas a reubicar su producción dentro del país para evitar los impuestos.
Desde la Oficina del Representante Comercial, el 14 de abril, se informó que estaban evaluando si las importaciones de medicamentos y sus ingredientes constituyen una amenaza para la seguridad nacional, abriendo un período de consulta pública de 21 días para recopilar opiniones de la ciudadanía y la industria.
Este movimiento forma parte de una estrategia más amplia que el gobierno estadounidense ha implementado desde hace años, usando la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, que permite investigar y aplicar aranceles específicos en sectores considerados estratégicos, como el acero, el aluminio y ahora, potencialmente, los medicamentos.
Expertos en salud y economía advierten que si se concretan estos aranceles, los efectos se sentirán en toda la cadena de suministro. Los hospitales, farmacias y los propios consumidores podrían enfrentar un aumento en los precios de los medicamentos, además de una posible escasez de ciertos fármacos, especialmente los genéricos.
Los medicamentos de marca, protegidos por patentes, tendrían menos impacto en los precios inmediatos, pero los genéricos, que representan aproximadamente el 90% de las recetas en EE.UU. y solo el 13% del gasto total en medicamentos, serían los más afectados.
Mariana Socal, profesora de salud pública en la Universidad Johns Hopkins, explica que los genéricos dependen en gran medida de ingredientes provenientes de China e India, países donde la producción sería más costosa si se aplican aranceles.
Esto podría traducirse en aumentos de precios y en una reducción en la oferta, creando riesgos de desabastecimiento. Además, los costos adicionales podrían forzar a algunos fabricantes a reducir su producción o abandonar ciertos productos, lo que sería especialmente preocupante en el caso de medicamentos críticos para el tratamiento del cáncer y otras enfermedades graves.
Históricamente, Estados Unidos ha sido uno de los mayores importadores de medicamentos del mundo, con importaciones que alcanzaron los 193 mil millones de dólares en 2023 (aproximadamente 180 mil millones de euros), casi triplicando las cifras de hace una década.
La dependencia de la importación ha sido una preocupación constante, y el gobierno ha buscado diversificar y fortalecer la producción interna. Sin embargo, la relocalización de fábricas en EE.UU. o en Europa, como Irlanda, enfrenta obstáculos económicos y logísticos, además de la incertidumbre que generan los posibles cambios en las políticas arancelarias.
El impacto de estos aranceles también se extiende a la innovación y a la competitividad del mercado farmacéutico. La orden ejecutiva del 15 de abril, que busca reducir los precios de los medicamentos, contempla la expansión de las importaciones desde Canadá y otros países, pero aún no está claro cómo se aplicarán los aranceles en ese contexto.
La combinación de mayores costos, regulaciones y presiones económicas podría llevar a que algunas empresas reduzcan su producción o incluso suspendan la fabricación de ciertos medicamentos, poniendo en riesgo la disponibilidad de tratamientos para millones de estadounidenses.
En resumen, la estrategia de aplicar aranceles a las importaciones de medicamentos en EE.UU. busca proteger la producción nacional, pero sus efectos secundarios, como el encarecimiento y la posible escasez, podrían afectar gravemente la salud pública.
La historia muestra que en momentos de crisis sanitaria, la dependencia de la importación se ha traducido en dificultades para asegurar un suministro estable de medicamentos esenciales.
La decisión de implementar estas medidas debe sopesar cuidadosamente los beneficios económicos frente a los riesgos en la salud de la población, en un contexto donde la innovación, la seguridad y la accesibilidad deben ser prioridades.