La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. ha identificado más utensilios de cocina potencialmente peligrosos que podrían liberar plomo en los alimentos, aumentando la preocupación sobre la seguridad en los hogares y comercios. La alerta incluye varias marcas y productos importados que podrían representar un riesgo para la salud, especialmente en niños y mujeres embarazadas.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha ampliado su lista de utensilios de cocina que podrían estar contaminados con plomo, advirtiendo a los consumidores sobre los riesgos asociados con ciertos productos importados.

La noticia llega después de que en agosto pasado se detectara que algunos artículos de fabricación india contenían aleaciones metálicas que podrían liberar plomo al contacto con alimentos.

La FDA, en su informe actualizado del 12 de septiembre, señala que estos utensilios, fabricados por distintas compañías de países como India, también incluyen ollas y sartenes de aluminio y otros recipientes utilizados para cocinar y almacenar alimentos.

Se estima que millones de estos productos están en circulación en Estados Unidos, y las autoridades advierten que no existe un nivel seguro de exposición al plomo.

La sustancia tóxica puede acumularse en el organismo, causando daños irreversibles en el sistema nervioso, problemas de aprendizaje en niños, y complicaciones en embarazadas.

La exposición a niveles bajos de plomo también puede provocar síntomas como fatiga, dolores de cabeza, náuseas y alteraciones neurológicas.

El problema radica en que algunas aleaciones metálicas, como el Hindalium o Indalium, contienen aluminio y otros metales que, en contacto con alimentos ácidos o calientes, pueden liberar plomo.

La FDA ha identificado específicamente algunos productos afectados, incluyendo utensilios de la marca Saraswati, conocida en EE.UU. como Tiger White, así como marcas como Silver Horse y JK Vallabhdas. Estos productos se vendieron en supermercados y tiendas especializadas en alimentos étnicos en diferentes estados.

Entre los artículos afectados se encuentran las kadais (cacerolas profundas) y otros utensilios destinados a cocinar y servir alimentos. La FDA ha realizado pruebas en varios establecimientos y ha detectado que estos productos contienen niveles de plomo que superan los límites seguros, aunque no especifican exactamente cuánto plomo se ha encontrado en cada caso.

Se recomienda a quienes tengan alguno de estos utensilios en casa que los desechen inmediatamente y no intenten repararlos o reacondicionarlos.

Supuestamente, la exposición prolongada a estos utensilios puede representar un riesgo severo para la salud, especialmente en niños pequeños, mujeres embarazadas y lactantes.

La agencia también ha instado a los minoristas y distribuidores a verificar sus inventarios y realizar pruebas de lixiviación de plomo, siguiendo los protocolos establecidos por la misma FDA.

Históricamente, el problema del plomo en utensilios de cocina no es nuevo. Desde hace décadas, diferentes países han enfrentado casos similares debido a la importación de productos de baja calidad o sin regulación adecuada.

En los años 70, por ejemplo, en Estados Unidos se prohibió el uso de plomo en productos relacionados con alimentos, pero aún persisten productos contaminados en el mercado negro o en importaciones sin control.

Para los consumidores preocupados, la recomendación principal es verificar si sus utensilios de cocina provienen de los fabricantes mencionados y desechar aquellos que puedan estar afectados.

La FDA también indica que en caso de duda, es recomendable consultar a un profesional de la salud. Además, las autoridades sanitarias seguirán monitoreando el mercado para detectar otros productos potencialmente peligrosos y emitir nuevas alertas si fuera necesario.

En conclusión, la ampliación de la lista de utensilios contaminados con plomo pone de manifiesto la necesidad de controlar estrictamente los productos importados y proteger la salud pública.

La presencia de plomo en utensilios de cocina sigue siendo un problema global que requiere la atención tanto de reguladores como de consumidores informados para evitar riesgos mayores en el futuro.