La trayectoria del tenista letón Ernests Gulbis combina momentos de brillantez con fases de declive, destacando por su estilo único y una fuerte personalidad dentro del circuito ATP.
Ernests Gulbis nació en 1988 en Letonia, en el seno de una familia con una fuerte presencia en el deporte y el mundo empresarial. Es nieto de Alvils Gulbis, quien fue un destacado tricampeón europeo de baloncesto con ASK Riga, y hijo de Ainars Gulbis, un empresario cuyo patrimonio creció de manera significativa tras la disolución de la Unión Soviética.
Desde pequeño, Gulbis mostró inclinaciones hacia el deporte, practicando natación, baloncesto y, finalmente, tenis en su adolescencia.
A los 12 años, se trasladó a Alemania para entrenar en la academia de Nikola Pilic, donde también se formaba Novak Djokovic, con quien compartió entrenamientos y parte de su formación.
Sin embargo, sus trayectorias profesionales diferieron notablemente. Gulbis decidió saltarse gran parte del circuito junior y debutó directamente en torneos ITF, una decisión que reflejaba su carácter audaz y su deseo de afrontar retos desde temprano.
En repetidas ocasiones, el tenista expresó que no jugaba motivado por el dinero ni la fama, sino por la ambición de alcanzar el puesto número uno del mundo.
A lo largo de su carrera, Gulbis fue conocido por su carácter directo y, en ocasiones, polémico. No tuvo buena relación con algunos de sus colegas, protagonizando cruces notables con figuras como Rafael Nadal y Novak Djokovic. Después de un enfrentamiento en Roma en 2010, Nadal declaró: “Si ser mejor significa pegarle lo más fuerte posible sin importar si entra o no, entonces sí, él fue mejor que yo”.
Con Roger Federer, disputó cinco partidos, logrando dos victorias, incluida una memorable en Roland Garros en 2014, donde eliminó al suizo en cinco sets en los octavos de final.
Gulbis fue considerado un talento sobresaliente, siempre con un estilo impredecible y una personalidad que lo diferenciaba en el circuito. Fue en su mejor momento, entre 2010 y 2014, cuando capturó seis títulos ATP, todos en eventos de categoría 250, y alcanzó su pico en el ranking mundial, situándose en el puesto número 10.
Durante ese período, también llegó a las semifinales de Roland Garros, dejando en claro su capacidad para competir en los grandes escenarios.
A partir de esa etapa, su carrera sufrió un declive marcado por lesiones, pérdida de motivación y altibajos en su rendimiento. Aun así, en 2018 disputó la final de Estocolmo, cayendo ante Stefanos Tsitsipas, y en 2024 anunció su retiro del tenis profesional.
Más allá de los resultados, Gulbis dejó una huella imborrable en el deporte con su estilo único y su carácter irreverente, siendo un ejemplo de cómo el talento puede coexistir con la desmotivación, pero también cómo la pasión por el deporte puede mantenerse viva a pesar de las dificultades.
Su historia refleja la de un jugador que no solo buscaba ganar, sino también expresar su personalidad en cada golpe, dejando un legado de autenticidad en el mundo del tenis.