La historia de Luciano, Valeria y sus hijos, especialmente la lucha de Matías tras sufrir un grave accidente, conmueve a la comunidad. La familia enfrenta desafíos diarios en su proceso de recuperación, apoyados por la solidaridad y el amor familiar.

Luciano Bottoni tiene en su memoria cada detalle del momento en que Matías, su hijo mayor, se sumergía en la piscina: la forma en que extendía sus brazos, la determinación en su rostro, la tranquilidad con la que nadaba desde siempre.

Han pasado muchos años desde esos días de entrenamiento conjunto, compartiendo la pasión por la natación en Rosario. Para Luciano, cada brazada estaba motivada en parte por estar cerca de su hijo, que desde pequeño mostraba dedicación en el agua. "Seguí nadando hasta el día del accidente de Mati", recuerda con tristeza.

Desde la infancia de Matías, Luciano y su esposa Valeria han sido testigos de su crecimiento, sus logros y su entrega en cada competencia. Matías siempre destacó en natación, logrando buenos resultados y manteniendo un promedio destacado en sus estudios. Sin embargo, en 2023, su vida cambió radicalmente cuando sufrió un grave accidente durante un calentamiento en una competencia en el Parque Roca, una localidad conocida por albergar eventos deportivos de primer nivel.

El impacto fue muy fuerte para la familia. Matías quedó con lesiones severas que requirieron una compleja recuperación. La angustia embargó a sus padres, que ahora se enfrentan a un proceso lleno de incertidumbre. Valeria, con ayuda de profesionales especializados, acompaña a su hijo en el Centro Integral de Rehabilitación (APREPA) en San Jerónimo Sud, donde recibe terapias intensivas día a día.

Luciano, en tanto, mantiene la rutina en Rosario junto a Juani, su hijo menor, y viaja diariamente para visitar a Matías. Los fines de semana en los que logran reunirse los cuatro, se sienten un poco más fuertes para continuar, pese a la distancia física que los separa.

En su primer Día del Padre después del accidente, Luciano compartió con medios locales cómo enfrentan los altibajos de esta situación. “Aprendí que no hay que postergar las cosas importantes. El tiempo que se pierde no se recupera”, expresó, resaltando la importancia de valorar los momentos en familia y no dejar para mañana lo que puede hacerse hoy.

La historia de Luciano y Valeria comenzó en 2005, cuando ambos estudiaban odontología en sus respectivas ciudades, Rosario y Paraná. Su amor los llevó a casarse en 2008, en un día caluroso y con alguna tormenta que acompañó el nacimiento de Matías. Desde entonces, han sido un equipo. La confianza y el apoyo mutuo han sido cruciales para sobrellevar las dificultades que la vida les presenta.

El vínculo entre padre e hijo en la familia Bottoni se construye día a día. Luciano se describe como un padre que intenta transmitir valores: responsabilidad, puntualidad, respeto.