El equipo argentino de tenis confía en sus jugadores y en el nuevo formato del torneo para avanzar en la Copa Davis, enfrentándose a rivales de alto nivel en busca de una nueva final. Los desafíos y la ilusión marcan esta etapa del seleccionado nacional.
Argentina celebra una histórica participación en la Copa Davis, habiendo llegado en cinco ocasiones a la final desde que el torneo adoptó su formato actual de Grupo Mundial en 1981.
Este formato, que reemplazó el anterior sistema de eliminatorias directas, permite a los países participar en una fase de grupos antes de avanzar a las finales, facilitando enfrentamientos más equitativos y oportunidades de competir por la Ensaladera de Plata.
La mejor cosecha del equipo albiceleste ocurrió en 2016, cuando ganaron en Zagreb bajo la dirección de Juan Martín Del Potro, quien ese año conquistó su primer título de Grand Slam en los US Open y fue un referente en el circuito.
Sin embargo, en los años posteriores, Argentina enfrentó obstáculos y altibajos en su participación, hasta que en 2017, la llegada del acuerdo de Kosmos Holding, fundado por Gerard Piqué, revolucionó la estructura del torneo, causando opiniones divididas entre los especialistas y exjugadores.
El nuevo esquema, que ha sido duramente criticado por algunos tradicionalistas, incrementó las posibilidades para países considerados menos potentes, al reducir los partidos al formato de sets al mejor de tres en las fases iniciales, en contraste con los enfrentamientos al mejor de cinco que se disputaban previamente.
Este cambio fue entendido por el equipo argentino como una oportunidad para hacer más igualadas las series y sorprender a los favoritos, dado que el resultado puede definirse en menos partidas y los resultados son más impredecibles.
Actualmente, Argentina se encuentra en su camino hacia una nueva final, con la esperanza de repetir o mejorar su brillo anterior. El combinado dirigido por el capitán Javier Frana y compuesto por jugadores como Francisco Cerúndolo, Andrés Molteni, Horacio Zeballos y Tomas Etcheverry, aseguran que el equipo está en buena forma física y mental.
Durante una rueda de prensa previa a su viaje a Bolonia, donde enfrentarán a Alemania en cuartos de final, expresaron optimismo y confianza en sus capacidades.
Franca destacó: “El formato actual favorece una mayor igualdad, pero lo más importante son nuestros jugadores. Tenemos un equipo muy competitivo y estamos mentalizados para dar pelea en cada encuentro”. Por su parte, Francisco Cerúndolo, quien ha demostrado tener un excelente nivel y ha vencido a figuras como Alexander Zverev, afirmó: “No somos los grandes favoritos, pero podemos luchar contra cualquiera en la cancha”.
Las expectativas están puestas en que los partidos al mejor de tres sets permiten mayor imprevisibilidad y abiertas posibilidades de sorpresas.
El contexto histórico también respalda el sueño argentino. En 2018, en Málaga, Argentina casi logra coronarse, forzando a la poderosa Italia a jugar en un doble decisivo pese a que, en el torneo, mostraron un rendimiento destacado en varias series.
La mentalidad del equipo, junto con la presencia de jugadores con experiencia en Grand Slams y en copas Davis pasadas, se refleja en una estrategia basada en la solidez, la juventud y la unión.
Además, el equipo argentino parece consolidar un estilo de juego que combina intensidad en individuales con un dobles de alto nivel, lo cual resulta clave en series donde los partidos son más cortos.
La competencia contra rivales europeos, que han preparado sus equipos con gran énfasis en el enfrentamiento, será una prueba importante para las aspiraciones argentinas.
En definitiva, Argentina mantiene viva su ilusión de avanzar y conseguir un nuevo título en la Copa Davis, apoyada en la calidad de sus jugadores, la estrategia adaptada al formato y la pasión que siempre caracteriza a su seleccionado.
El futuro cercano definirá si esta generación logra hacer realidad ese sueño, en un torneo que sigue siendo uno de los más prestigiosos en el mundo del tenis.