El piloto argentino Nicolás Varrone avanza en su trayectoria deportiva al pasar de la resistencia a la Fórmula 2, tras unas pruebas de postemporada en Abu Dhabi que mostraron su progreso y el apoyo de su entorno.
La vida en el automovilismo está llena de pruebas imprevistas y decisiones que definen trayectorias. Ese ensayo constante acompaña a Nicolás Varrone, un piloto argentino que ha dejado claro que la adversidad no es un obstáculo, sino un motor para avanzar.
Su historia empieza, a veces de forma dolorosa, con un recuerdo imborrable: Ramiro Tot, un amigo de la misma edad, perdió la vida tras un accidente en karting ocurrido en Baradero cuando apenas eran niños.
Aquel suceso marcó la percepción de Varrone sobre lo que significa perseguir un sueño: la carrera requiere coraje, constancia y una dosis de fe para seguir adelante, incluso cuando el camino se complica.
Con el paso de los años, el piloto supo transitar de los kartódromos a las categorías de endurance, acumulando resultados que fortalecieron su perfil en la escena internacional.
Su palmarés incluye victorias en pruebas de resistencia de alto nivel y títulos que certifican su capacidad para sostener un ritmo exigente durante largas jornadas de carrera.
No fue sencillo: cuando la pandemia de 2020 llegó, la posibilidad de continuar en la GB3 Championship se hizo dependiente de un presupuesto que, en ese momento, no estaba a su alcance, obligándolo a replantear su ruta deportiva mientras permanecía en Gran Bretaña.
Aun así, su talento y su determinación le permitieron mantener la ambición intacta y seguir buscando oportunidades para avanzar.
En 2025, ya con 25 años, Varrone dio un nuevo paso que muchos pilotos de endurance sueñan: acercarse a la Fórmula 1, no desde la grilla principal, sino a través de la Fórmula 2.
Fue a Abu Dhabi, en Yas Marina, donde disputó las pruebas de postemporada con Van Amersfoort Racing, una escuadra holandesa que reconoció sus cualidades y lo integró a un proyecto de alta competencia.
El periodo de pruebas se desarrolló entre el 10 y el 12 de diciembre, repartido en tres jornadas de trabajo intenso que permitieron evaluar su adaptación a un coche de Fórmula 2 y a un formato de competencia muy diferente al de la resistencia.
Durante el primer día, Varrone completó 77 giros y terminó en una posición cercana al centro de la tabla, con un mejor tiempo de 1m38s981. En la segunda jornada, aumentó la dedicación, acumuló 108 vueltas y logró mejorar su registro a 1m38s365, situándose en la posición 19ª. El cierre de las pruebas también lo dejó con sensaciones positivas: al final de la tercera jornada, el mejor tiempo fue de 1m38s069, manteniendo la misma ubicación aproximada en la clasificación.
En este proceso, su trabajo se vio acompañado por Rafael Villagómez, compañero de equipo del que se destacó que el coche mostró consistencia y el equipo valoró su rendimiento como una muestra de progreso real.
Estos resultados, más allá de números, son una indicación clara de que el salto a la Fórmula 2 es una posibilidad tangible para el argentino en la próxima temporada.
La influencia de la ascendencia de figuras como Franco Colapinto en la Fórmula 1 ha sido notable: la visibilidad de un talento argentino en la élite abrió una ventana de interés para que empresas y patrocinadores miren hacia pilotos emergentes del país.
Varrone señaló que el fenómeno no es casualidad y que el interés por el automovilismo en Argentina se ha intensificado desde entonces, creando un ecosistema más propicio para quienes buscan competir al más alto nivel.
Atribuye este escenario al incremento de atención de los aficionados y al respaldo de patrocinadores que ven en la Fórmula 2 una plataforma valiosa para el crecimiento de jóvenes talentos.
El propio piloto ha sabido interpretar que el progreso no es lineal y que las historias de superación están hechas de decisiones difíciles y de apoyo familiar.
Según sus palabras, haber superado momentos complejos en su carrera le ha dado una fortaleza que hoy se traduce en la posibilidad de combinar dos programas de alto rendimiento: mantener la participación en endurance y, a la vez, explorar la vía de la Fórmula 2.
En este sentido, la historia de Varrone no es solo la de un deportista que sube una escalera de un campeonato; es la de alguien que ha aprendido a convivir con la incertidumbre, a valorar a su equipo y a su familia como pilares fundamentales para conquistar metas que, hasta hace poco, parecían inalcanzables.
El casco de Nicolás, luciendo la firma de Ramiro Tot, simboliza esa conexión entre la vida personal y la carrera. Para él, esa firma representa un ángel guardián que lo acompaña en cada curva y en cada decisión. Este detalle, aparentemente trivial, resume la manera en la que Varrone ha logrado convertir un recuerdo doloroso en una fuente de motivación y resiliencia que nutre su enfoque deportivo.
En síntesis, los tres días de pruebas en Abu Dhabi consolidan una narrativa que trasciende las pistas: un piloto que ha aprendido a trabajar con lo que tiene, que ha superado obstáculos y que ahora mira hacia la Fórmula 2 con la convicción de que la perseverancia, combinada con el apoyo adecuado, puede abrirle la puerta a un salto mayor en el mundo del automovilismo profesional.
Aunque el camino hacia la F1 no esté garantizado, el paso a la Fórmula 2 ya representa un hito significativo y una promesa de continuidad para una carrera que, sin duda, seguirá dando que hablar.