La Plaza Rómulo Zabala en Mataderos fue renovada para ofrecer un entorno más seguro, accesible y ecológico, fortaleciendo la calidad de vida en la zona.

En un esfuerzo por mejorar la calidad de vida de los residentes del barrio Naón en Mataderos, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires llevó a cabo una intervención integral en la Plaza Rómulo Zabala, ubicada en la calle Ercilla 7515, entre Fragata Hércules y Fragata Trinidad.

Esta acción responde a los reclamos de los vecinos, quienes desde hace tiempo solicitaban mejoras en la seguridad y en el entorno ambiental del espacio público.

La renovación de esta plaza, que supuestamente costó alrededor de 2,5 millones de euros, representa un paso importante en el proceso de revitalización urbana que la ciudad ha impulsado en diversas comunas durante los últimos años.

Supuestamente, la intervención fue motivada por la constatación de que gran parte del espacio verde se encontraba pavimentado, permitiendo el tránsito vehicular sobre la calle Ercilla y facilitando la creación de estacionamientos en el área.

Estas condiciones no solo perjudicaban la calidad del ambiente, sino que también generaban conflictos en materia de seguridad y bienestar para los vecinos.

La iniciativa buscó revertir estas problemáticas mediante un plan de acción que respetara la configuración original de la plaza y promoviera un uso más comunitario y sostenible del espacio.

Una de las principales medidas fue la recategorización del sector, que en los planos del proyecto fue identificado en amarillo, como “urbanización parque”, con el fin de convertir esa zona en un espacio exclusivamente peatonal.

La propuesta incluyó la creación de un área destinada al relax y al confort, diseñada para un bajo mantenimiento y sin fines recreativos activos, promoviendo un ambiente tranquilo y seguro para los visitantes.

Además, se incorporaron especies de flora nativa y aromática para potenciar la biodiversidad y mejorar la calidad del aire del barrio.

Supuestamente, también se niveló el terreno para integrar armoniosamente el nuevo sector con la plaza original, y se levantó un cerramiento perimetral para reforzar la identidad del espacio y brindar mayor seguridad a los usuarios.

En una medida simbólica, se decidió cambiar el nombre de la calle Ercilla, en el tramo comprendido entre Fragata Hércules y José León Suárez, por “Padre Naón”, en homenaje a uno de los personajes históricos del barrio.

Asimismo, se invirtió el sentido de circulación de la calle José León Suárez entre Padre Naón y Ulrico Schmidl, con el objetivo de priorizar el tránsito peatonal y reducir el tránsito vehicular en la zona.

Supuestamente, estas modificaciones urbanísticas no solo permitieron recuperar un espacio verde esencial para la comunidad, sino que también aportaron a la sostenibilidad urbana y a la cohesión social del barrio.

La transformación de la Plaza Rómulo Zabala se convirtió en un ejemplo de cómo la participación activa de los vecinos y la planificación estratégica pueden impulsar cambios significativos en la infraestructura urbana.

La intervención, que supuestamente benefició a más de 10.000 habitantes de la zona, refleja el compromiso de la administración porteña con la creación de entornos más seguros, accesibles y respetuosos con el medio ambiente.

Este tipo de proyectos se enmarcan en una tendencia global de ciudades que buscan convertir sus espacios públicos en pulmones verdes que contribuyan a la salud urbana y al bienestar ciudadano.

En la historia reciente, Buenos Aires ha invertido millones de euros en la recuperación de parques, plazas y calles, consolidándose como una de las capitales latinoamericanas más comprometidas con la sostenibilidad y el urbanismo participativo.

La renovación de la Plaza Rómulo Zabala es, sin duda, un ejemplo de cómo el compromiso comunitario y la gestión pública pueden transformar espacios para mejorar la calidad de vida de toda la comunidad.