En Euskadi, al cierre de 2025, se hace balance de un año marcado por la inestabilidad global y la necesidad de avanzar con cohesión y sentido de pertenencia.
La guerra en Ucrania, el genocidio en Gaza, aranceles, y el auge de los populismos y autoritarismos han puesto a Europa y a #Euskadi frente a retos sin precedentes.
En este escenario, la acción conjunta entre instituciones y ciudadanía ha sido clave para sostener la gobernabilidad y mantener abiertas las oportunidades para la gente.
Entre las lecciones de 2025, destacan hitos como el pacto de Salud, las medidas urgentes para la vivienda, la puesta en marcha de un ordenador cuántico en Euskadi, la vuelta de Talgo a casa, el fortalecimiento de lazos entre todos los territorios vascos, la oficialidad de la selección vasca de pelota y la botadura de la Nao San Juan en Pasaia.
Aunque no todos los retos están resueltos, el balance combina preocupaciones y motivos para la esperanza. Paralelamente, no debemos olvidar el homenaje al Lehendakari Garaikoetxea y su Gobierno, que en 1982 pronunció un mensaje de Gabon y ganas de reconstrucción para una Euskadi que buscaba asentar su camino de convivencia.
Hoy la palabra de esperanza cobra renovar impulso para las personas que viven en Euskadi y para quienes han llegado a este país en busca de un futuro mejor.
En las primeras décadas de este siglo, la población migrante pasó de 30.000 a más de 300.000 personas, y Euskadi se ha convertido en un país con cultura, lengua e identidad propias. A quienes llegan se les recibe con un marco de libertad, seguridad y oportunidades; a las comunidades migrantes se les pide implicación activa para compartir derechos y obligaciones, para forjar una convivencia basada en el respeto mutuo.
Euskadi continuará impulsando la normalización de su lengua
Un punto aparte merece el euskera. Todos los vascos tienen derecho a conocer y a expresarse en cualquiera de las dos lenguas oficiales, y especialmente en la que les es propia. Si bien hay esfuerzos para normalizar y revitalizar el euskera, también existen voces que tratan de frenar ese avance. Con determinación y tranquilidad, Euskadi continuará impulsando la normalización de su lengua.
Mirando hacia 2026, la agenda se presenta con un espíritu constructivo. Se marca como objetivo mejorar la casa vasca y avanzar en proyectos industriales y tecnológicos que generen empleo de calidad, con inversiones en euros, atender prioridades como la vivienda y la seguridad, y reforzar la salud y el bienestar integral de todas las personas, físico, emocional y material.
Se pretende que Euskadi siga creciendo en el mundo, y que el autogobierno reciba un impulso claro y decidido.
Sin embargo, el escenario actual sigue siendo preocupante. Los compromisos firmados con el Gobierno español no avanzan con la rapidez necesaria y no se advierte el empuje que exige la situación para llegar en buenas condiciones a la reválida bilateral.
Ha pasado demasiado tiempo. La obligación de cumplir el mandato del Pueblo Vasco es una responsabilidad ineludible. No se trata solo de competencias, sino de cuidar y gobernar la casa común para que nadie decida por nosotros. La libertad para decidir y la responsabilidad de las decisiones van de la mano, y deben mantenerse en el centro de cada acción.
Con mirada de futuro, se mantiene la esperanza. En la letra de una canción tradicional se dice que la libertad trae consigo una esencia de luz para este país. En 2026 se celebrarán hitos significativos, entre ellos el 7 de octubre, cuando el País conmemorara un aniversario clave en la historia del autogobierno.
Este periodo es un ejemplo de cooperación entre sensibilidades políticas para defender las libertades y la democracia. Aunque el viento de la historia puede volver a cambiar, la labor constante, la convicción cívica y la capacidad de consenso deben guiar cada decisión.
Con esa confianza, Euskadi debe avanzar y seguir construyendo su futuro. Mis mejores deseos para 2026; Zorionak eta Urte berri on!