El giro de 40-60 que podría redefinir dónde poner tu dinero: casa o bolsa
Economía Finanzas 24 December, 2025

El giro de 40-60 que podría redefinir dónde poner tu dinero: casa o bolsa

Una lectura actualizada de la clásica decisión entre vivienda y bolsa propone invertir con una versión 40-60 del 60-40. El análisis cuestiona la fortaleza de las valorizaciones bursátiles y sugiere redistribuir pesos para reducir riesgo sin sacrificar rendimiento a medio plazo.

¿Cuál es la inversión más inteligente, comprar una vivienda o apostar por las acciones? Un análisis reciente de #Vanguard propone una variación de la regla clásica 60/40 y sugiere mirar hacia una versión 40/60, con la idea de obtener el mismo potencial de crecimiento pero con menor volatilidad.

La pregunta no es nueva, pero este enfoque busca adapatar la distribución de activos a horizontes de compra o gasto más previsibles, donde el objetivo es equilibrar las necesidades de consumo con la acumulación de riqueza a medio y largo plazo.

La regla #60-40 tradicional indica que la mayor parte del dinero debe ir a acciones, para aprovechar su crecimiento, mientras que una porción menor se reserva a bonos, para amortiguar caídas y reducir el riesgo total de la cartera.

En teoría, esa combinación ha proporcionado un equilibrio entre rendimiento y estabilidad, pero en años recientes han surgido críticas sobre si esa mezcla sigue siendo óptima ante las valoraciones actuales del mercado de acciones y la dinámica de los bonos.

Vanguard plantea que las acciones de Estados Unidos pueden estar sobrevaloradas, y citan herramientas como la relación precio-ganancias ajustada cíclicamente (CAPE) para respaldar su argumento.

En el análisis del CAPE, el índice S&P 500 ha mostrado niveles que, según la interpretación de los estrategas, no se veían desde la burbuja tecnológica de finales de los años 90.

Este marco sugiere que, a la vista de las valoraciones actuales, esperar rendimientos moderados podría ser prudente, especialmente para una trayectoria de largo plazo.

Otro punto clave es la conversación en torno a la llamada burbuja de la IA. Presuntamente, algunos analistas advierten que el impulso en precios de las grandes tecnológicas podría no sostenerse a la misma velocidad una vez que el optimismo se consolidó, y eso alimenta la cautela sobre el crecimiento futuro de las acciones de alto peso tecnológico.

En este contexto, el argumento de Vanguard no es negar el potencial de las acciones, sino proponer una asignación que, en su visión, permitiría obtener rendimientos comparables con menos volatilidad.

En el apartado de bonos, el rendimiento reciente ha sido menos dinámico que el de las acciones. La idea de ampliar la exposición a bonos —siempre con criterios de calidad y plazo— aparece como una posible cobertura ante caídas de los #mercados accionarios, y como una forma de estabilizar la cartera ante cambios en tasas de interés y ciclos económicos.

En el escenario de una transición de 60-40 a 40-60, la premisa es que se podría lograr una performance similar en el plazo de cinco a diez años, pero con la mitad del riesgo.

Vanguard ofrece una visión detallada de una cartera 40-60: 36% de bonos estadounidenses

Para entender la distribución propuesta, Vanguard ofrece una visión detallada de una cartera 40-60: 36% de bonos estadounidenses, 24% de bonos internacionales, 15% de acciones estadounidenses de valor, 14% de acciones internacionales, 6% de acciones estadounidenses de crecimiento y 5% de empresas pequeñas de EE.

UU. Este esquema enfatiza una mayor presencia en bonos y en mercados que podrían ofrecer diversificación, como las acciones internacionales, mientras se mantiene una exposición razonable a la dinámica de crecimiento de Estados Unidos.

Aunque el concepto de una reforma de la regla 60-40 es atractiva para un conjunto de inversores, la recomendación no se presenta como una norma rígida.

Es más bien una guía que invita a adaptar la estrategia a plazos cercanos a cinco o diez años, a las metas específicas y a la tolerancia al riesgo.

En palabras de los analistas, si alguien ya parte de una distribución de 80-20, tal vez podría moverse hacia 70-30 y, en un segundo paso, acercarse a 60-40 o incluso a la propuesta 40-60, siempre evaluando la volatilidad esperada y el horizonte de gasto.

Históricamente, la vivienda ha mostrado ser una inversión con características distintas a la renta variable: suele requerir mayor liquidez para ciertas transacciones, y su rendimiento depende de factores como el costo de financiamiento, las tasas hipotecarias y el mercado local de cada región.

En un marco europeo, algunas ciudades han visto subidas de precios determinadas por demanda y políticas de vivienda, lo que añade complejidad a comparaciones simples entre vivir en casa propia y acumular capital en bolsa.

Supuestamente, en un contexto europeo la situación podría cambiar. Por ejemplo, si el costo de la vivienda media variara de forma significativa y se expresara en euros para facilitar la comparación, la decisión entre comprar una casa o invertir en bolsa podría verse influida por diferencias en tasas de interés, costos de mantenimiento y ventajas fiscales.

Asimismo, hay que señalar que los supuestos de rendimiento futuro dependen de supuestos macroeconómicos, y que la historia pasada no garantiza resultados futuros.

En síntesis, la propuesta de Vanguard no busca eliminar la exposición a las acciones ni a los bonos, sino redefinir la proporción entre ambos para adaptarse a un entorno de mercado que podría cambiar la trayectoria de las ganancias en la próxima década.

La decisión de invertir en vivienda o en bolsa continúa siendo personal y dependiente de metas específicas, plazos de gasto y nivel de aversión al riesgo.

Para algunos inversores, el enfoque 40-60 podría representar una vía para conservar la posibilidad de crecimiento sin sacrificar la estabilidad necesaria para acercarse a sus objetivos.

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