En los últimos días, se ha intensificado la incertidumbre en torno a la posibilidad de un cierre del gobierno federal en Estados Unidos, una situación que no es nueva pero que siempre genera preocupación en los mercados internacionales.
Presuntamente, el Congreso estadounidense se encuentra en un punto de estancamiento, con los demócratas y republicanos en desacuerdo sobre la financiación de ciertos programas, especialmente aquellos relacionados con la atención médica y el presupuesto nacional.
Un cierre gubernamental ocurre cuando las cámaras legislativas no logran aprobar un presupuesto a tiempo, lo que lleva a que muchas agencias y servicios públicos suspendan sus actividades.
Aunque en el pasado #Estados Unidos ha enfrentado situaciones similares, cada episodio ha tenido repercusiones distintas en la #economía global. Presuntamente, en 2018, un cierre de 35 días causó pérdidas económicas cercanas a los 11 mil millones de euros, según estudios económicos independientes.
Supuestamente, si se llegara a un cierre total, servicios esenciales como la oficina de correos, los préstamos estudiantiles, los pagos de la Seguridad Social y las prestaciones por desempleo podrían verse afectados, generando un impacto directo en millones de ciudadanos.
Además, los vuelos y el transporte ferroviario en el país también podrían experimentar retrasos o cancelaciones. La incertidumbre, además, puede afectar los mercados bursátiles, provocando caídas en las cotizaciones y una posible subida en la volatilidad, lo que repercute en las inversiones internacionales.
Desde una perspectiva histórica, los cierres gubernamentales en Estados Unidos han sido utilizados como herramientas políticas para negociar ciertos temas clave, pero su impacto económico suele ser duro y de largo plazo.
En 1995, durante la presidencia de Bill Clinton, un cierre de 21 días supuestamente costó a la economía estadounidense aproximadamente 1.2 mil millones de euros diarios, afectando especialmente a las pequeñas empresas y a los empleados federales.
Para Europa
Para Europa, un cierre en Estados Unidos puede tener múltiples efectos. La economía del Viejo Continente está estrechamente vinculada a la estadounidense, no solo por las relaciones comerciales sino también por la influencia en los mercados financieros internacionales.
La caída en las bolsas europeas, la disminución en las exportaciones y la posible subida en el precio del dólar son algunos de los efectos que se presumen podrían ocurrir.
Además, si el cierre prolongado provoca una desaceleración en la economía estadounidense, esto podría traducirse en menor demanda de productos europeos, afectando a sectores clave y poniendo en riesgo empleos.
Asimismo, expertos presuntamente advierten que un cierre prolongado podría minar la confianza en la estabilidad política y económica de Estados Unidos, lo cual a su vez aumentaría la incertidumbre global.
Esto no solo afectaría a los inversores y a los mercados, sino también a los ciudadanos comunes en #Europa y en otras regiones, quienes podrían ver afectadas sus inversiones, sus ahorros y sus planes de negocio.
En conclusión, aunque un cierre del gobierno en Estados Unidos puede parecer un asunto interno, sus repercusiones trascienden las fronteras, impactando la economía mundial en múltiples niveles.
La historia nos ha enseñado que, aunque estas situaciones puedan resolverse, el costo económico y social puede ser alto, y presuntamente, en esta ocasión, no será diferente.
La comunidad internacional observa con atención, esperando que se encuentren soluciones que eviten un impacto aún mayor en la economía global y en la vida cotidiana de millones de personas.