La historia inspiradora de Roberto Rivas: de un trágico accidente a campeón del tenis adaptado y ejemplo de superación en el automovilismo argentino
Roberto 'Kaki' Rivas, un talentoso piloto argentino del automovilismo en los años 90, perdió la visión tras un accidente en 1999, pero redefinió su camino en el deporte pasando al tenis adaptado. A sus 45 años, es un referente de resiliencia y actualidad del automovilismo argentino, apoyando y siguiendo de cerca el ascenso de jóvenes talentos como Franco Colapinto y Nicolás Varrone.
A finales de los años noventa, surgió en Argentina una promesa del #automovilismo que dejó huella por su talento y espíritu competitivo.
Se trata de Roberto Carlos "Kaki" Rivas, quien en 1998 conquistó el campeonato en su debut en el TC Pista, categoría previa al Turismo Carretera. Con apenas 20 años, RobeRto impresionaba en los circuitos con su Chevy amarilla y el número 74, logrando dos victorias y un total de seis podios en esa temporada inaugural.
Su futuro prometía grandes cosas, y así lo pensaba también su entorno. Los fines de semana en los autódromos eran pura pasión. Sin embargo, la vida le tenía preparada un giro inesperado. El 6 de noviembre de 1999, en un hecho de inseguridad en una ciudad argentina, Roberto fue víctima de un tiroteo. Quedó en medio del enfrentamiento, recibiendo quince perdigones en los ojos, lo que le provocó una ceguera total. Estuvo 15 días en terapia intensiva, en varios hospitales, con pronósticos desalentadores. Los médicos le dieron pocas esperanzas, pero contra todas las expectativas, Roberto sobrevivió.
Desde aquel día, su vida cambió para siempre. Aunque no podía volver a competir en automovilismo, su carácter competitivo y pasión por la velocidad no se apagaron. Durante más de una década, luchó con sus sentimientos de pérdida y esperanza. La recuperación emocional fue dura: primero aceptó su discapacidad y luego decidió reinventarse en el deporte.
Su interés inicial fue en el fútbol para ciegos, pero pronto encontró en el tenis adaptado un nuevo desafío. Los primeros entrenamientos fueron arduos, casi imposibles, pero su perseverancia lo llevó a participar en el mundial de Italia en 2023, logrando un notable quinto puesto en esa edición.
Actualmente, a sus 45 años, Roberto Rivas es considerado un referente del deporte adaptado en Argentina y un ejemplo de superación.
En paralelo, su infancia despertó tempranamente la pasión por la velocidad. Desde los tres o cuatro años, sus vecinos narran cómo se paseaba en un karting de pedal, haciendo derrapes en la vereda y sorprendiendo a todos con su talento autodidacta.
Pese a la falta de acceso al karting profesional en su niñez, su espíritu competitivo lo llevó a competir en motocross y cuatriciclos entre los 16 y 20 años.
Aunque esos deportes demandan mucho esfuerzo físico y resistencia, sus ganas de aprender y su amor por la velocidad lo motivaron a avanzar.
Ingresó en el automovilismo con autos de competición y conquistó en su primera temporada la categoría 'Súper Sudam'
A los 20 años, ingresó en el automovilismo con autos de competición y conquistó en su primera temporada la categoría 'Súper Sudam', coronándose campeón.
Sin embargo, su historia no siempre fue fácil. La falta de recursos y el acceso limitado a categorías formativas, como el karting en su infancia, le privaron de una carrera más convencional y larga en la máxima categoría del automovilismo argentino.
A lo largo de los años, Roberto ha seguido de cerca la actualidad del deporte automotor del país. A pesar de su ceguera, mantiene un profundo conocimiento de los campeones y el desarrollo de las categorías nacionales. En particular, expresa su entusiasmo por los jóvenes talentos como Franco Colapinto, piloto de Ferrari en la F1, y Nicolás Varrone, en la Fórmula 2.
Para Roberto, estos pilotos representan el futuro del automovilismo argentino en la escena internacional.
Su apoyo y visión positiva transmiten un mensaje claro: las adversidades pueden ser un impulso para reinventarse y alcanzar nuevas metas. La historia de Kaki, como lo llaman sus amigos y fans, es una fuente de inspiración y prueba de que, con voluntad y pasión, las barreras pueden superarse.
Hoy, a más de dos décadas de su accidente, sigue dejando huella en el deporte y en la vida de quienes conocen su historia, demostrando que la verdadera victoria está en nunca rendirse.