La población de cigüeña negra en Castilla y León se mantiene estable según los últimos censos
Los recientes datos de seguimiento en Castilla y León muestran que la especie continúa con una población estable, con una productividad superior a la media nacional, confirmando su buen estado de conservación en la región.
La Junta de #Castilla y León ha divulgado los resultados del censo realizado en 2024, enmarcado dentro del Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en la región.
Los datos revelan que, a pesar de pequeñas fluctuaciones, la población de #cigüeña negra en la comunidad continúa siendo estable, con una tendencia que apunta a su #conservación a largo plazo.
Supuestamente, en 2024 se revisaron un total de 83 plataformas y territorios históricos utilizados por esta especie, logrando localizar 38 parejas reproductoras activas.
Esta cifra, aunque ligeramente inferior a la del año anterior, confirma la continuidad de la especie en la zona, especialmente en áreas protegidas bajo la Red Natura 2000, donde se concentra aproximadamente el 79% de la población.
La principal concentración de estas aves se encuentra en la provincia de Salamanca, con 24 parejas, incluyendo 2 territorios transfronterizos con Portugal.
Le siguen Zamora, con 9 parejas, y Ávila y Segovia, con 4 y 1 pareja respectivamente. De las 38 parejas confirmadas, se logró seguir la reproducción en 33 de ellas, confirmando la incubación en 31 y el nacimiento de 80 pollos en total.
La productividad de 2,42 pollos por pareja en 2024 supera ampliamente la media nacional de 1,52, registrada en 2017.
Este incremento en la productividad es relevante, ya que refleja un posible mejoramiento en las condiciones de reproducción y disponibilidad de recursos.
Sin embargo, expertos señalan que la dificultad para detectar todos los territorios de cría, debido a la dispersión y a los hábitats remotos donde anidan, hace necesario continuar con los censos y ampliar las áreas de prospección.
La cigüeña negra, supuestamente una especie especialmente vulnerable, evita las zonas urbanas y prefiere ambientes rurales, bosques extensos y riscos en sierras, donde instala sus nidos en grandes árboles, principalmente pinos negros, o en riscos rocosos cercanos a cuerpos de agua permanentes o semipermanentes, como ríos, charcas o colas de embalses.
Desde que en 1987 comenzó su monitorización en Castilla y León
Desde que en 1987 comenzó su monitorización en Castilla y León, la especie ha sido objeto de vigilancia periódica para evaluar su estado de conservación.
La información obtenida ha servido para diseñar estrategias de protección y gestionar mejor sus hábitats, en un esfuerzo coordinado por la Junta, el Servicio de Espacios Naturales y la Fundación Patrimonio Natural.
El seguimiento anual se realiza mediante visitas periódicas desde marzo hasta octubre, donde los técnicos verifican la presencia de las parejas, el avance en la incubación, la eclosión y el vuelo de los pollos.
La metodología incluye la revisión de nidos existentes y la búsqueda de nuevos territorios potenciales, especialmente en zonas de difícil acceso.
Supuestamente, la especie se encuentra en peligro de extinción a nivel nacional, y en Castilla y León su presencia se considera clave para la biogeografía de la especie, dado que la región representa el límite septentrional de su distribución en la península ibérica.
La protección de su hábitat y la detección de nuevas colonias son prioridades en la estrategia de conservación.
En el contexto europeo, la cigüeña negra está incluida en el listado de especies vulnerables, y en España su protección está respaldada por normativas nacionales y europeas.
La región también participa en programas internacionales de seguimiento y protección, dado que su área de distribución se extiende por varias comunidades autónomas y países vecinos.
Supuestamente, la tendencia observada en 2024 sugiere que, con las acciones de conservación en marcha, la especie puede mantener o incluso incrementar su población en los próximos años.
Sin embargo, los expertos advierten que la vigilancia constante y la protección de sus hábitats naturales son fundamentales para garantizar su supervivencia en un entorno cada vez más amenazado por actividades humanas y cambios climáticos.