El gobernador de Nueva York impulsa una política que prohibirá el uso de teléfonos móviles en las aulas, en un esfuerzo por mejorar la concentración y salud mental de los estudiantes, con una implementación progresiva en todos los distritos escolares del estado.

La iniciativa, que busca reducir las distracciones y mejorar el bienestar psicológico de los estudiantes, ha sido respaldada por la mayoría de los distritos escolares del estado, que ya han presentado sus planes para adaptarse a esta nueva realidad.
Supuestamente, esta política surge en respuesta a una creciente preocupación por el impacto negativo que las redes sociales y los algoritmos de plataformas como TikTok y Instagram tienen sobre la salud mental de los adolescentes.
Estudios presuntamente recientes indican que el aumento en casos de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas entre los jóvenes se ha paralelo a la expansión del uso de teléfonos en las aulas, algo que la administración estatal considera que ha agravado la situación.
Desde hace años, la presencia de dispositivos móviles en las escuelas ha sido un tema polémico. En 2018, supuestamente, se permitía un uso limitado, pero el aumento en el uso descontrolado llevó a que varias instituciones comenzaran a prohibir su ingreso en los campus.
La misma gobernadora Hochul, en su juventud, participó en programas de BOCES, una organización que ofrece formación técnica y especializada, y supuestamente reconoce en su historia personal la influencia que ha tenido la #educación en la formación de su visión de servicio público.
Durante su intervención, Hochul rememoró su experiencia en un programa de gobierno en la escuela secundaria, donde realizó pasantías en los tribunales y participó en campañas políticas, lo que supuestamente le permitió entender el poder del gobierno para hacer bien a la comunidad.
Este vínculo con la educación y la formación cívica parece inspirar su decisión de promover un cambio profundo en las políticas escolares.
La gobernadora anunció que, tras varias semanas de consultas y planificación, aproximadamente 940 de los 1100 distritos escolares del estado—incluyendo BOCES y escuelas charter—habían presentado sus planes para la implementación de la prohibición.
La medida contempla que, desde el inicio del próximo ciclo escolar, los alumnos no podrán llevar teléfonos, ni relojes inteligentes, ni auriculares, desde la campana de entrada hasta la salida.
Según las fuentes, algunos distritos han optado por mecanismos como cajas de seguridad, bolsos especiales o sistemas de bloqueo para garantizar que los dispositivos permanezcan fuera del alcance de los estudiantes durante las clases.
La transición, presuntamente, será difícil en los primeros días, con ajustes necesarios para que los alumnos se acostumbren a esta nueva dinámica, pero se espera que en unas semanas la normalidad se restablezca y las aulas vuelvan a ser espacios de interacción cara a cara.
Supuestamente, la medida también busca involucrar a los padres en el proceso, promoviendo estrategias como días sin teléfonos en los hogares o actividades que fomenten el juego y la comunicación tradicional.
En algunas familias, ya se han iniciado prácticas como los “lunes sin teléfonos”, que han demostrado mejorar la comunicación familiar y reducir la dependencia digital.
Expertos en educación y salud mental consideran que esta iniciativa puede marcar un antes y un después en la experiencia escolar en Nueva York
Expertos en educación y salud mental consideran que esta iniciativa puede marcar un antes y un después en la experiencia escolar en Nueva York. La idea es que los estudiantes recuperen habilidades sociales esenciales, como mantener contacto visual, dialogar sin interrupciones y trabajar en equipo, habilidades que se han visto deterioradas por años de uso excesivo de dispositivos.
La gobernadora Hochul afirmó que espera que otros estados sigan su ejemplo y que esta política sirva como modelo para una transformación similar en otras regiones del país.
Además, anticipó que los primeros días serán desafiantes, pero que los beneficios a largo plazo serán evidentes, con estudiantes más concentrados, más felices y mejor preparados para la vida adulta.
En conclusión, esta medida representa un paso audaz en la lucha contra la distracción digital y el estrés juvenil, con la esperanza de promover un ambiente escolar más saludable y colaborativo en todo Nueva York.