La ciudad de Toronto comenzará un proyecto piloto con robots de reparto autónomos, una iniciativa que genera opiniones encontradas tanto en la comunidad como en las autoridades. El experimento, liderado por Magna International, busca evaluar la seguridad y viabilidad de estos vehículos en zonas densamente transitadas, mientras algunos residentes y políticos expresan sus inquietudes.

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Toronto, una de las ciudades más grandes y dinámicas de Canadá, ha decidido incorporar en sus calles un proyecto piloto que involucra la utilización de vehículos de reparto autónomos, también conocidos como robots de entrega automatizados.

Este avance tecnológico busca modernizar los servicios de reparto en zonas urbanas y reducir costos, pero a la vez ha levantado dudas y preocupaciones entre algunos residentes, políticos y expertos.

El proyecto, llevado a cabo por Magna International, una compañía con amplia experiencia en transporte y tecnología, prevé la implementación de hasta 20 vehículos autónomos en diversos barrios de la ciudad, incluyendo áreas concurridas como Parkdale-High Park, York South-Weston, Davenport, University-Rosedale y Toronto-St.

Paul’s. Estos robots serán, aproximadamente, del tamaño de una bicicleta de carga y tendrán la altura de un automóvil sedán, con un sistema de compartimentos cerrados para la entrega de paquetes, que solo podrán abrir mediante un código de acceso digital.

Aunque la iniciativa cuenta con la aprobación del Ministerio de Transporte de la provincia de Ontario, la Comisión de Infraestructura y Medio Ambiente del ayuntamiento de Toronto ha debatido acerca de su implementación, programada para comenzar en el segundo trimestre de 2025.

La medida busca experimentar en calles donde los límites de velocidad no superan los 40 kilómetros por hora, garantizando así una mayor seguridad para todos los usuarios de las vías.

Desde la perspectiva de seguridad, estos vehículos estarán diseñados con varias precauciones: no podrán superar los 32 kilómetros por hora, no realizarán giros a la izquierda y llevarán a cabo una marcha relativamente ligera para minimizar el impacto en la infraestructura vial.

Además, cada robot irá acompañado por un vehículo con dos operadores humanos que podrán detenerlo en caso de emergencia y monitorear sus cámaras en tiempo real desde una distancia segura.

Por otro lado, algunos integrantes de la comunidad, como la concejala Dianne Saxe, representante del distrito de Universidad-Rosedale, expresan sus preocupaciones.

Saxe argumenta que aún no hay suficientes datos sobre cómo estos robots interactuarán en ambientes tan congestionados y si realmente ofrecen ventajas sustanciales frente a opciones tradicionales como las bicicletas eléctricas para entregas de última milla.

Su postura refleja el temor a que los peatones, especialmente a las esquinas y cruces peatonales, puedan verse en riesgo con la presencia de estos nuevos vehículos.

El debate también involucra al gobierno provincial, que ha destacado que Ontario cuenta con regulaciones que permiten la prueba de vehículos automáticos en diversas locaciones, asegurando que las carreteras son seguras.

Sin embargo, críticos y voces expertas en movilidad autónoma señalan la importancia de realizar evaluaciones exhaustivas antes de una expansión masiva, para evitar posibles accidentes o malentendidos en entornos complejos.

Por su parte, académicos especializados en robótica y transporte, como Steven Waslander, director del Laboratorio de Robótica yIA de la Universidad de Toronto, ven con optimismo este piloto.

Sostienen que la implementación de vehículos autónomos en áreas específicas puede ofrecer beneficios económicos y logísticos, mejorando la eficiencia en la entrega de productos y disminuyendo el impacto ambiental, ya que estos robots funcionarán con electricidad y reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero.

El experto Bilal Farooq, investigador en tecnologías disruptivas del transporte, también enfatiza que estos vehículos representan una tendencia inevitable en el desarrollo urbano y de movilidad en todo el mundo.

Sin embargo, advierte que será fundamental supervisar y ajustar continuamente las regulaciones y protocolos de funcionamiento, para garantizar que el proceso sea seguro y beneficioso para todos los habitantes de Toronto.

Este tipo de innovación responde a una visión futurista donde la tecnología y la movilidad se integran para facilitar la vida cotidiana y reducir la huella ecológica.

La ciudad de Toronto, al igual que otras metrópolis globales, busca ser pionera en la adopción de soluciones inteligentes, aunque sin perder de vista la seguridad y el bienestar de sus habitantes.

La experiencia que se derive de este piloto será clave para definir cómo se incorporarán estos vehículos en la movilidad urbana en los próximos años, en un entorno donde la convivencia entre humanos y máquinas será cada vez más estrecha.