Una tortuga de la especie caja oriental, que pasó casi cinco décadas viviendo en condiciones insalubres en una cocina de Nueva Jersey, ha iniciado un proceso de recuperación y ha conocido a un compañero de su misma especie por primera vez en 48 años. La historia destaca la importancia de la conservación y el cuidado de la fauna silvestre.
Su historia es un ejemplo de cómo el rescate y la atención adecuada pueden cambiar vidas, incluso en los casos más extremos.
Esta tortuga fue encontrada en febrero del año 2024, prácticamente en un estado de deterioro severo. Presentaba uñas encarnadas en las patas delanteras, deformidades múltiples, piel seca y en proceso de desprendimiento, además de estar demasiado débil como para mantener los ojos abiertos.
Durante años, esta criatura vivió en un entorno que no era natural para su especie, alimentándose principalmente con comida para gatos, en un linóleo que agravaba su mal estado óseo y cutáneo.
Las tortugas caja orientales, conocidas por su carácter terrestre y su preferencia por ambientes húmedos con cobertura arbórea, no están adaptadas a vivir en interiores.
La vida en un ambiente doméstico, especialmente en un suelo de linóleo y con una dieta inadecuada, puede causar daños irreversibles. La historia de Rockalina no es única; muchas tortugas en cautiverio viven condiciones similares, en su mayoría debido a la falta de conocimiento o al abandono.
una organización que se dedica al rescate y reproducción de #reptiles en la región
El rescate fue llevado a cabo por el equipo de Garden State Tortoise, una organización que se dedica al rescate y reproducción de reptiles en la región.
Al principio, los responsables pensaron que probablemente sería necesario amputar uno de sus pies debido a la gravedad de las lesiones. Sin embargo, tras 11 meses de cuidados, terapias y rehabilitación, Rockalina mostró signos de mejoría significativos. Su piel empezó a regenerarse, sus uñas dejaron de encarnarse y, aunque su pierna permanece deformada, puede usarla para desplazarse y apoyarse.
El proceso de recuperación fue documentado en un canal de YouTube, donde muchas personas conocieron su historia y siguieron su evolución. La organización decidió que sería conveniente que Rockalina tuviera un compañero de su misma especie, ya que este tipo de tortugas suelen vivir en grupos y en libertad disfrutan de la interacción social.
Recientemente, nació un joven tortuga en el centro, llamado Pebble, que fue presentado a Rockalina bajo supervisión. La interacción entre ambos fue cautelosa pero prometedora: olfateaban, extendían sus cuellos y mostraban curiosidad mutua, una señal alentadora de que su relación podría crecer.
El fundador de Garden State Tortoise, Chris Leone, ha expresado que es fundamental no extraer tortugas de su hábitat natural, ya que su supervivencia en estado salvaje es crucial.
Sin embargo, en el caso de Rockalina, que ha pasado tantos años en cautiverio y en condiciones adversas, no es posible devolverla a su entorno original, porque no podría sobrevivir ante los depredadores y la competencia.
Por ello, en la organización continúan trabajando para brindarles una vida digna y segura, ampliando sus espacios y socializando con otros ejemplares.
De hecho, Leone ha mencionado que Rockalina podría vivir aún muchas décadas, quizás otros 50 años, si se mantiene con los cuidados adecuados.
Este caso refleja la importancia del rescate y la sensibilización sobre las especies que, aunque no siempre visibles, forman parte fundamental del ecosistema.
La historia también nos recuerda que, con dedicación y conocimientos, es posible devolver la salud y la felicidad a animales que, por distintas circunstancias, han perdido su bienestar.
