Una pareja de Luskville, Quebec, recolecta árboles de Navidad para alimentar cabras, promoviendo el reciclaje y la economía circular en su comunidad.

En la localidad de Luskville, Quebec, una pareja ha establecido una entrañable tradición que combina la celebración navideña con el bienestar animal y el reciclaje.

Jennifer Madore y su compañero Pierre Faucher han tomado la decisión de recolectar los árboles de Navidad desechados por sus vecinos para donarlos a una granja de cabras cercana.

Esta iniciativa, que comenzó en 2019, tiene como objetivo no solo reducir la cantidad de desechos navideños, sino también proporcionar un festín especial a las cabras de la granja Apple Road, situada a aproximadamente 40 kilómetros de distancia.

La idea de dar nueva vida a los árboles de Navidad surgió cuando Madore se percató de que estos rumiantes podían alimentarse de coníferas.

Desde ese primer árbol donado, la operación ha crecido significativamente.

Este año, con planes de recolectar hasta 80 árboles, ella ha implementado un sistema organizado que incluye un cuaderno donde registran nombres y direcciones coloridos por zonas, lo que les permite planificar la ruta de recolección de manera eficiente.

"Los cabras los devoran.

Parecen pirañas en su modo de alimentarse.

Es encantador ver cómo disfrutan de los árboles, realmente se vuelven locos", comenta Madore, quien resalta la satisfacción de presenciar la alegría de los animales al comer estos árboles.

En un video grabado el año pasado, se puede observar cómo los cabritos Nubios se lanzan sobre las coníferas, dejando tras de sí simples esqueleto de ramas al desnudo, sin hojas ni corteza.

La recogida de árboles no solo beneficia a las cabras, sino que también fomenta un sentido de comunidad.

Stan Cain, un vecino de Madore, se siente orgulloso de participar en esta iniciativa, comentando que es un excelente ejemplo de economía circular.

La sincronización perfecta entre la producción local de árboles de Navidad y el consumo por parte de las cabras crea un ciclo sustentable en la región.

“Cuando terminamos con el árbol, este va a parar a las cabras, sus excrementos regresan al suelo, y eso es un buen ejemplo de economía circular”, dice Cain.

No solo los vecinos aprecian la iniciativa, sino que también los dueños de la granja expresan su gratitud.

Según Madore, algunos propietarios le han obsequiado jabones de leche de cabra como agradecimiento por mantener a sus animales bien alimentados durante el invierno.

Esta conexión estrecha con la comunidad resalta la importancia de iniciativas locales que no solo apoyan la economía y el medio ambiente, sino que también crean lazos significativos entre vecinos.

La historia de Madore y Faucher es un testimonio inspirador de cómo una simple tradición navideña puede transformarse en un proyecto que beneficia a la comunidad, a los animales y promueve la sostenibilidad.

En lugar de deshacerse del árbol de Navidad dejándolo en la acera, los residentes de Luskville están optando por una alternativa más significativa que da un final feliz a su árbol y un comienzo feliz a las cabras que lo devorarán.

Sin duda, esta práctica se mantendrá viva en los corazones de los que participan, y se espera que más familias se unan a esta hermosa tradición el próximo año.