Los inusuales y cómicos premios Ig Nobel reconocen este año estudios como el uso de palomas para guiar misiles y las capacidades de natación de truchas muertas.
Los premios Ig Nobel, que celebran investigaciones científicas inusuales y a menudo cómicas, tuvieron lugar el pasado jueves en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Este evento se ha vuelto un referente anual que busca destacar la ciencia que, además de hacer pensar, genera risas entre los asistentes.
Este año, entre las investigaciones reconocidas, se incluyó un estudio que evalúa la viabilidad de utilizar palomas para guiar misiles, una peculiaridad que ha dejado a muchos sorprendidos.
James Liao, profesor de biología en la Universidad de Florida, recibió el premio en física por su estudio de 2004 que examina si los peces muertos pueden 'nadar'. Su conclusión fue una sorpresa para muchos: "Sí, de alguna manera.
Un pez muerto puede moverse bajo la corriente, similar a como lo haría un pez vivo, aunque con menor energía". Al aceptar el premio, Liao demostró que hasta un pez muerto es capaz de interactuar con su entorno de formas inesperadas.
Otra de las investigaciones destacadas fue la que involucró a un equipo que demostró que muchos mamíferos pueden respirar a través de su ano.
Este hallazgo ha levantado cejas y ha hecho pensar en posibles aplicaciones médicas.
Takebe Takanori, uno de los autores del estudio, expresó su gratitud al recibir el premio y se dirigió al público con humor, haciendo una demostración que incluyó globos y jeringas, para ilustrar este curioso fenómeno.
No solo estudios recientes fueron reconocidos; también hubo homenaje a investigaciones de épocas pasadas.
Un ejemplo notable fue el premio póstumo otorgado a Fordyce Ely y William E. Petersen por su experimento con una bolsa de papel de 1939. Este estudio fue diseñado para explorar cómo y cuándo las vacas expulsan su leche, algo que, según el comisionado de los Ig Nobels Kees Moeliker, refleja los estándares de bienestar animal de la época, que eran considerablemente diferentes a los actuales.
El evento no está exento de humor y excentricidades.
La tradición establece que los ganadores solo tienen un minuto para aceptar su premio antes de que una niña de ocho años interrumpa con un comentario de aburrimiento.
Esta dinámica ha añadido un toque único al evento, y la participación del público, que se anima a lanzar aviones de papel al escenario, contribuye a la atmósfera festiva del evento.
Desde su creación, el objetivo de los premios Ig Nobel ha sido reconocer investigaciones que, aunque puedan parecer absurdas o hilarantes, invitan a la reflexión y, sobre todo, a la risa.
Como bien dijo Moeliker, "el primer y más importante objetivo es hacer reír". Así, cada año, la ceremonia se convierte en un recordatorio de que la ciencia no solo se trata de descubrimientos serios, sino que también puede ser divertida y sorprendente.
Este tipo de eventos no solo destaca el ingenio de los investigadores, sino que también abre la puerta a una conversación más amplia sobre la ciencia y su lugar en la sociedad.
La mezcla de seriedad y humor en el mundo de la investigación nos recuerda que es esencial no tomar todo tan en serio.
A través de estas investigaciones únicas, los premios Ig Nobel continúan inspirando a futuras generaciones a explorar el lado divertido de la ciencia.