El primer chatbot del mundo, ELIZA, ha sido reanimado con su código original, ofreciendo importantes reflexiones sobre el desarrollo de la inteligencia artificial contemporánea.
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En un avance sorprendente para el campo de la inteligencia artificial, el mundo ha vuelto a conocer a ELIZA, el primer chatbot de la historia, gracias a la recuperación de su antiguo código original, que se creía perdido durante casi 60 años.
Desarrollado en 1966 por Joseph Weizenbaum, un profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ELIZA fue diseñado para simular una conversación natural, dando a los usuarios la sensación de estar dialogando con un terapeuta.
ELIZA, cuyo nombre proviene del personaje de Eliza Doolittle de la obra 'Pygmalion' de George Bernard Shaw, fue pionera en el procesamiento del lenguaje natural.
A través de un sistema de reglas simples, Weizenbaum permitió que el programa pudiera manejar diferentes scripts y simular diversas personalidades conversacionales.
Uno de sus scripts más famosos, denominado 'DOCTOR', recreaba una sesión terapéutica, donde el programa respondía a los usuarios mediante la identificación de palabras clave en sus respuestas y reformulaba esas inquietudes de manera amistosa.
Un ejemplo célebre de su funcionamiento incluye una conversación donde una mujer expresa su frustración con los hombres y ELIZA responde, fomentando así la entrega de información a través de un diálogo asertivo.
Este sencillo pero efectivo mecanismo provocó una intensa fascinación entre los usuarios de la época, quienes, sin tecnología avanzada como la que tenemos hoy, creían que la computadora tenía la capacidad de entender sus problemas de una manera casi humana.
Durante los años 60 y 70, cuando los computadores eran gigantescos y costosos, la experiencia que ofrecía ELIZA era casi mágica. Los estudiantes y usuarios interactuaban con ella, con la creencia errónea de que el programa poseía inteligencia. Weizenbaum describió este fenómeno como una parte de la prueba de Turing, donde la capacidad de distinguir entre una máquina y un humano se volvía difusa.
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Sin embargo, Weizenbaum siempre insistió en que su programación no demostraba inteligencia real. En su libro 'Computer Power and Human Reason', argumentó que, aunque los computadores podían ser extremadamente inteligentes en ciertos aspectos, no debían reemplazar a los humanos en roles críticos como los de médicos, maestros o científicos.
Recientemente, en un esfuerzo por reanimar ELIZA, un grupo de investigadores descubrió el código original en una antigua caja en los archivos de Weizenbaum en el MIT.
Utilizando un sistema operativo restaurado para recrear el IBM 7094 original, que había sido una de las computadoras más poderosas de su tiempo, lograron reactivar ELIZA y probar su funcionalidad.
El 31 de diciembre de 2024, después de una ardua tarea de emulación, ELIZA volvió a la vida. Esta versión moderna está disponible para que cualquier persona pueda interactuar con ella, recuperando así este valioso capítulo en la historia de la tecnología.
En el contexto actual, donde la inteligencia artificial ha avanzado a pasos agigantados con modelos de lenguaje extensos como ChatGPT, el resurgir de ELIZA nos invita a reflexionar sobre la ética y el propósito de la inteligencia artificial.
A medida que la tecnología continúa evolucionando, es esencial recordar la filosofía de Weizenbaum: los humanos siempre deben ser parte fundamental del proceso, garantizando que, sin importar cuán avanzada se vuelva la tecnología, nunca perdamos nuestra humanidad en la ecuación.