Un estudio reciente sobre excrementos de hace 500 años en Bruselas aporta información sobre las redes comerciales y las enfermedades en la Europa medieval.

Un grupo de investigadores ha realizado un descubrimiento fascinante que podría cambiar nuestra comprensión de las interacciones comerciales entre Europa y África hace 500 años.

Aunque la mayoría de la gente no muestra un gran interés por los huevos de parásitos intestinales encontrados en excrementos humanos de hace siglos, la antropóloga biológica Marissa Ledger ha hecho de su estudio una apasionante área de investigación.

Ledger, quien trabaja en el Centro de ADN antiguo de la Universidad McMaster en Hamilton, Ontario, se unió a arqueólogos en Bélgica tras el hallazgo de una letrina medieval en Brujas.

En los restos de la misma, encontraron miles de huevos de parásitos, incluyendo uno que, sorprendentemente, se originó en África.

Estos hallazgos fueron publicados en la revista especializada Parasitology, proporcionando un nuevo entendimiento sobre las rutas comerciales y la vida cotidiana de la Edad Media europea.

La letrina pertenecía a la Casa de la Nación Española en Brujas, una ciudad con un papel fundamental en el comercio internacional desde finales del siglo XV, hogar de comerciantes de diversas nacionalidades.

Aunque la letrina fue descubierta en 1996, la tecnología moderna ha permitido ahora un análisis más profundo de sus contenidos.

Analizando muestras de tierra de la letrina, Ledger encontró que tan solo un gramo de materia fecal contenía miles de huevos de parásitos, lo que sugiere que múltiples personas utilizaban esa instalación y algunas estaban infectadas con diferentes parasitos.

Esto indica que, aunque los habitantes de la ciudad probablemente contractaban parásitos de su entorno local, también estaban expuestos a nuevas infecciones provenientes de regiones remotas.

Un hallazgo notable fue el Schistosoma mansoni, un gusano parásito acuático que infecta a las personas a través de la piel y se instala en los intestinos.

Este parásito es mayormente común en África y Sudamérica, lo que sugiere que Brujas tenía vínculos comerciales con África en aquel entonces.

Como indica Ledger, esta revelación es "emocionante", dado que proporciona una imagen de cómo los patrones de migración humana estaban interconectados a lo largo de la historia.

Sin embargo, el parásito también plantea preocupaciones de salud, ya que la schistosomiasis puede causar desde dolor abdominal y diarrea hasta daños renales.

Comprender cómo los parásitos y enfermedades han sido transmitidos a lo largo del tiempo es crucial para los esfuerzos de salud pública en la actualidad.

Kirsten Bos, antropóloga física no involucrada en esta investigación, sugiere que, aunque el Schistosoma mansoni llegó a Bélgica, no se convirtió en un problema de salud pública, dado que necesita de caracoles de agua dulce para completar su ciclo de vida.

Esto plantea preguntas sobre cómo exactamente el parásito acabó en Europa.

Podría haber sido traído por comerciantes españoles que viajaban entre África y los Países Bajos en la búsqueda de oro, marfil, especias o incluso a través de la trata de esclavos que comenzó a intensificarse en esa época.

La documentación más antigua de una persona de origen africano en Brujas data de 1440, lo que profundiza la conexión cultural y comercial entre estas dos regiones.

Maxime Poulain, coautor del estudio, enfatiza la complejidad de la vida en una ciudad medieval como Brujas, que servía como un punto de encuentro para personas, bienes e ideas, facilitando así la propagación de enfermedades de manera inevitable.

Este tipo de estudios ha llevado a un cambio en el enfoque de la arqueología, priorizando ahora los materiales orgánicos que pueden ofrecer información valiosa sobre la dieta, salud y movilidad de las poblaciones del pasado.

Investigaciones previas, como la encontrada en Jerusalén y otros lugares, han comenzado a mostrar la importancia de las letrinas ancestrales como valiosos indicadores de las condiciones de vida y salud en contextos históricos.

En definitiva, el estudio de los parásitos en excrementos antiguos no solo nos brinda una mejor comprensión de la dinámica comercial medieval, sino que también resalta los vínculos invisibles que una vez unieron a diferentes mitades del mundo.