Una startup de geoingeniería en California propone lanzar globos con azufre a la estratosfera para combatir el calentamiento global, pero enfrenta críticas y preocupaciones científicas.

Imagen relacionada de proyecto enfriar tierra globos

En un esfuerzo por mitigar el calentamiento global, la empresa Make Sunsets ha propuesto una solución innovadora: lanzar globos llenos de dióxido de azufre (SO2) a la estratosfera.

Esta idea, inspirada en una novela de ciencia ficción, busca enfriar el planeta al reflejar la luz solar.

Luke Iseman y Andrew Song, cofundadores de la compañía ubicada en el norte de California, están convencidos de que su enfoque puede marcar una diferencia, aunque no todos los científicos comparten su optimismo.

La startup ha comenzado a ofrecer 'créditos de enfriamiento' a quienes paguen por lanzar estos globos.

En octubre de 2024, habían realizado 90 lanzamientos, liberando un total de casi 65,000 gramos de SO2 en la estratosfera en beneficio de más de 600 clientes.

La idea detrás de los créditos es que los clientes pueden sentirse parte de una solución, aunque muchos expertos advierten sobre los riesgos y la falta de investigación en torno a los efectos a largo plazo de esta práctica.

A pesar de las afirmaciones de Make Sunsets de que sus lanzamientos son seguros y no dañan el medio ambiente, en la comunidad científica hay una fuerte oposición.

Algunos investigadores claman por una necesidad urgente de más estudios sobre geoingeniería, mientras que otros consideran que no deben explorarse estas técnicas.

David Keith, profesor de la Universidad de Chicago, ha señalado que, aunque la química detrás del proceso es válida, los cambios necesarios para lograr un enfriamiento significativo son abrumadores: se necesitarían aproximadamente un millón de toneladas de SO2 cada año para enfriar el planeta en un grado.

Esto representa un desafío monumental ya que actualmente cada globo solo libera un poco más de un kilogramo de SO2, lo que significaría un billón de lanzamientos por año para cumplir con ese objetivo.

La discusión sobre el uso de SO2 en la estratosfera no es nueva.

En 1991, la erupción del Monte Pinatubo en Filipinas liberó cantidades masivas de dióxido de azufre, lo que provocó un enfriamiento global temporal de aproximadamente medio grado Celsius durante un par de años.


Iseman y Song argumentan que replicar este fenómeno podría ser una solución viable ante el creciente calentamiento global, pero la mayoría de los científicos advierten sobre las consecuencias imprevisibles que podría acarrear.

Shuchi Talati, de la Alianza para una Deliberación Justa sobre Geoingeniería Solar, subrayó que aunque la idea tiene méritos, debemos considerar sus implicaciones en la salud pública, la biodiversidad y los patrones climáticos.

Por su parte, Raymond Pierrehumbert, físico de la Universidad de Oxford, ha calificado esta propuesta de 'solución parche', ya que al depender de la geoingeniería, se corre el riesgo de no abordar las causas fundamentales del cambio climático.

El impacto acumulado de las emisiones de carbono durante décadas no desaparecerá rápidamente, y cualquier intento por reducir la temperatura del planeta debe ser complementado con esfuerzos significativos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

En este sentido, el uso de SO2 podría generar una 'sorpresa terminal', donde los efectos de interrupción de la geoingeniería llevarían a un aumento abrupto de la temperatura si alguna vez se detiene, replicando un calentamiento acelerado en corto tiempo.

El diálogo generado por esta iniciativa de Make Sunsets, aunque controvertido, ha contribuido a aumentar la concienciación sobre la geoingeniería y sus desafíos.

La discusión sobre el equilibrio entre los riesgos y beneficios de dicha tecnología conlleva profundas implicaciones éticas y políticas que aún deben ser abordadas.

Mientras Iseman y su equipo siguen adelante con sus planes, el futuro del planeta podría depender de la investigación y regulación adecuadas en torno a estas nuevas y audaces estrategias.