Una estudiante de biología en UPEI realiza un seguimiento del crecimiento del berros acuático en los ríos y arroyos de la Isla para comprender mejor su distribución y efectos ecológicos, aportando datos clave para futuras decisiones de manejo ambiental.

Julie Goodwin dedica sus meses de verano a cartografiar su presencia en diferentes cuerpos de agua dulce de la isla, con el propósito de entender mejor su expansión y el impacto que genera en los ecosistemas locales.
El berros, conocido científicamente como *Nasturtium officinale*, es una planta que prospere en ambientes de agua estancada o con movimiento lento, y que ha sido introducida en la isla en algún momento del pasado.
A pesar de su posible utilidad como alimento, su rápida proliferación puede suponer riesgos ecológicos, principalmente por competir con especies nativas y alterar la dinámica de los hábitats acuáticos.
Hasta ahora, existe poca información concreta acerca de su distribución a largo plazo en la isla. La base de datos original data de la época en que la planta fue introducida, pero desde entonces, no se ha llevado a cabo un seguimiento sistemático que permita evaluar su expansión o disminución.
La joven investigadora afirma que, si bien algunas comunidades y grupos especializados han reportado su presencia, la falta de datos actualizados impide una evaluación precisa de su impacto.
Goodwin explica que muchas de las observaciones sobre la distribución del berros provienen de iniciativas de ciencia ciudadana a través de plataformas digitales como iNaturalist, donde los usuarios comparten fotos y ubicaciones de plantas y animales.
Sin embargo, la carencia de un monitoreo coordinado limita el entendimiento de su alcance real y los efectos que podría estar teniendo en los ecosistemas de la isla.
Desde diferentes grupos de gestión de cuencas hidrográficas, se han reportado efectos variados. Algunos consideran que el berros crece en exceso, obstruyendo el flujo natural de los ríos y causando posibles inundaciones, además de desplazar especies autóctonas.
Otros observan simplemente su presencia en las orillas, donde ayuda a captar sedimentos y ofrece hábitat de reproducción para especies como ranas y pequeños anfibios.
Goodwin subraya que estos efectos divergentes evidencian la necesidad de recopilar más datos para entender el papel de la planta en los diferentes ecosistemas de la isla.
El objetivo de la investigación es determinar las relaciones ecológicas en las que participa el berros, analizar cómo interactúa con otras especies y qué cambios puede estar provocando en dichos entornos.
Mejorando la #conservación de los hábitats y controlando posibles invasores
Con esta información, se podrán diseñar estrategias de manejo más efectivas, mejorando la conservación de los hábitats y controlando posibles invasores.
La estudiante invita a los residentes de #Prince Edward Island a colaborar en la recopilación de información, solicitando que tomen fotografías de cualquier berros que localicen durante sus paseos y las compartan en plataformas de ciencia ciudadana o envíen directamente a su correo electrónico, incluyendo las coordenadas GPS mediante sus teléfonos inteligentes.
Estos datos ayudarán a crear un mapa actualizado y preciso de su distribución en toda la isla.
Goodwin espera que, con suficiente información, pueda desarrollarse un sistema de monitoreo sostenible que permita a los grupos de gestión de la cuenca hacer seguimientos periódicos, no solo durante el verano, sino a lo largo del año.
La investigación busca convertirse en una herramienta práctica para la conservación ecológica y el manejo de especies invasoras, promoviendo una gestión más informada y efectiva.
Esta iniciativa forma parte del compromiso de la comunidad científica con la protección de los ecosistemas insulares, donde la biodiversidad requiere de esfuerzos continuos para mantener el equilibrio natural.