Las autoridades de P.E.I. advierten sobre la reaparición de peces dorados en el estanque Hardy's Pond, tras una limpieza realizada en 2021. Expertos temen que estas especies invasoras afecten los ecosistemas locales y alertan sobre la importancia de la responsabilidad al tener animales en hogares y acuarios.

En la isla de P.E.I. (Islas del Príncipe Eduardo), las autoridades ecológicas y dependencias provinciales han reportado una preocupante reaparición de peces dorados en el estanque Hardy's Pond, ubicado en la zona de Union Road, al norte de Charlottetown.
Este cuerpo de agua, de aproximadamente 9.2 hectáreas, fue objeto de una limpieza exhaustiva en 2021, durante la cual se lograron retirar cientos de estos peces que, por su naturaleza invasora, representan una amenaza para la biodiversidad local.
El problema se ha intensificado en los últimos meses, ya que residentes y turistas han informado de la presencia de varios ejemplares deliega variedad de tamaños y colores en el estanque, algunos formando grupos y reproduciéndose rápidamente.
La bióloga especialista en vida silvestre Rosie MacFarlane, del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de P.E.I., explicó que estos peces, comúnmente considerados como pequeños y de color naranja, no siempre tienen ese tono y pueden alcanzar el peso de casi un kilogramo si se dispersan en la naturaleza, una cantidad significativa en comparación con los peces autóctonos.
Desde 2021, los esfuerzos para controlar su población han sido constantes. Sin embargo, la reaparición indica que no solo han sobrevivido, sino que también se están reproduciendo. Raena Parent, representante de la Asociación del Cuenca de Winter River y Tracadie Bay, expresó su preocupación: "Hemos visto varios ejemplares jóvenes, lo cual indica que ya han comenzado a reproducirse.
Por lo menos, contamos unas 75 capturas, estimando que la población ya supera los 100 ejemplares en la zona".
El impacto de estos peces en el ecosistema puede ser devastador. Son considerados especies invasoras debido a su capacidad para adaptarse en ambientes tranquilos de agua dulce y por su dieta omnívora. Pueden consumir plantas acuáticas, huevos de otros peces, insectos y larvas, además de alimentarse de su propio hábitat en el lecho del estanque. La naturalista advirtió que estos peces también transportan enfermedades, parásitos y virus que podrían afectar gravemente a las especies nativas.
Un riesgo adicional que enfrentan las autoridades es la alteración de la calidad del agua. Los peces bottom-feeders como el pez dorado remueven el sedimento del fondo, lo que hace más difícil la penetración de la luz y afectando el crecimiento de plantas acuáticas esenciales para otras especies.
Esto puede desencadenar una cadena de efectos negativos en el ecosistema, perjudicando la biodiversidad y la estabilidad del hábitat.
Se sospecha que los peces dorados en Hardy's Pond provienen de mascotas abandonadas o liberadas por sus dueños. Muchas veces, estos animales escapan de acuarios o estanques domésticos, especialmente en épocas de vacaciones o cambios en la propiedad, y terminan en ríos y lagos cercanos.
Esta situación no es exclusiva de P.E.I., ya que en diversas regiones de Canadá y Estados Unidos se han reportado poblaciones invasoras originadas en liberaciones accidentales o intencionadas.
La bióloga MacFarlane enfatizó que liberar estos peces en cuerpos de agua naturales es un error grave, ya que no solo es ilegal en muchas jurisdicciones, sino que además pone en peligro los ecosistemas locales.
La recomendación para quienes ya no desean tener estos animales en sus hogares es reubicarlos en centros especializados o, en caso de no ser posible, proceder a su eutanasia humanitaria.
Por ahora, las autoridades evalúan diferentes estrategias para controlar la población de peces dorados en Hardy's Pond y evitar que sigan propagándose.
Afortunadamente, la mayoría de los ejemplares se concentran en esa área y no parecen haber afectado aún al río Winter River, uno de los hábitats de trucha más importantes de la isla.
La vigilancia y la sensibilización ciudadana continúan siendo claves para frenar la expansión de esta especie.
El problema que enfrentan P.E.I. y otras regiones es un recordatorio de la importancia de la responsabilidad ecológica por parte de los dueños de mascotas y el papel que juega la conciencia ambiental en la protección de los ecosistemas.
La gestión adecuada de especies exóticas y la regulación en la venta y lanzamiento de animales pueden prevenir futuras invasiones que amenacen especies nativas y los delicados equilibrios naturales.