Carina Heller, neurocientífica de la Universidad de Minnesota, realiza un estudio único sobre cómo las píldoras anticonceptivas afectan el cerebro femenino mediante 75 exploraciones de MRI.

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Carina Heller, una neurocientífica de la Universidad de Minnesota, ha emprendido un ambicioso proyecto que combina investigación científica con un enfoque personal y creativo.

En un esfuerzo notable por entender cómo las píldoras anticonceptivas afectarán su cerebro, Heller ha realizado 75 exploraciones de resonancia magnética (MRI) en sí misma.

Desde la llegada de las píldoras hormonales al mercado en la década de 1960, estas han mostrado ser seguras y efectivas para la mayoría de las mujeres.

Sin embargo, el conocimiento sobre sus efectos a largo plazo en la salud mental y el funcionamiento del cerebro femenino sigue siendo limitado.

Durante su investigación, Heller se dio cuenta de que el número de estudios previos que abordan la relación entre los anticonceptivos orales y la salud mental es sorprendentemente bajo, con solo unos pocos cientos de trabajos existentes que tocan temas como "anticonceptivos orales y salud mental"

El interés de Heller por el tema nace de una curiosidad personal.

Ella observa cómo algunas mujeres se ven envueltas en síntomas de depresión o ansiedad al usar estos anticonceptivos, mientras que otras reportan mejoras en su bienestar.

Este fenómeno la llevó a preguntarse sobre las razones detrás de tales diferencias.

Durante el transcurso de su investigación, Carina tuvo que levantarse cada mañana a las 7:30 a.m.

para dirigirse al centro de MRI, donde fue sometida a exploraciones antes de comenzar a usar el anticonceptivo, después de tres meses de uso, y nuevamente tras haberlo dejado durante tres meses.

Durante las sesiones, su principal tarea era permanecer lo más quieta y tranquila posible, lo que a veces significaba distraerse viendo series de televisión como 'Gilmore Girls' para evitar el aburrimiento.


Heller, cuya iniciativa es loable por su aportación al escaso cuerpo de conocimiento sobre la salud cerebral femenina, también subraya un grave problema en la investigación biomédica.

Históricamente, el cuerpo masculino ha sido considerado el estándar sobre el cual se basan muchas conclusiones científicas, lo que ha llevado a una falta de datos e interés en entender la biología y salud de las mujeres.

"Las necesidades y preguntas acerca de otros cuerpos, como los femeninos, a menudo quedan fuera de la discusión", observa Heller.

La profesora Annie Duchesne, experta en psicología y estudios de género, critica lo que llama un "sesgo androcéntrico" en la investigación científica, donde los datos sobre los hombres son vistos como el modelo a seguir, dejando de lado la complejidad de las experiencias de las mujeres.

"Lo que ocurre es que, al no tener suficiente investigación publicada sobre mujeres, se hace más fácil que seamos nosotras mismas las participantes para llevar a cabo la investigación", añade Heller.

Aunque Heller advierte que se ha acumulado un volumen significativo de datos analizables, también es cautelosa al respecto.

Reconoce que, si bien recopilar 75 análisis es provechoso, se limita a un solo sujeto, lo que puede no reflejar la experiencia de otros.

Sin embargo, está entusiasmada con las posibilidades que se abren a partir de este estudio.

"Si yo hiciera todo esto sola, me tomaría entre 15 y 20 años", concluye Heller optimista, con la esperanza de que este esfuerzo ayude a abrir la puerta a futuras investigaciones dedicadas a entender el cerebro femenino y los efectos de los anticonceptivos orales.